Literatura lésbica

En ocasiones, las autoras lesbianas que no tratan esta temática en sus obras son también consideradas parte de este grupo literario.

Caso contrario son aquellas obras de escritores heterosexuales que solo tratan el tema del lesbianismo en segundo plano dentro de la historia; estos no se consideran lo suficientemente importantes para incluirlos en esta categoría.

Foster cita a Carmilla y Diana, Artemisa, Calisto, Iphis y Ianthe como ejemplos de figuras mitológicas femeninas que muestran una inclinación por las mujeres o desafían los papeles tradicionales del género femenino.

[4]​ Otro sector que podía acceder a las tertulias donde se creaba la poesía eran las esclavas no concubinas, liberadas del velo y el harén.

Siendo el talento más apreciado el musical, las cantoras aprendían centenares de versos e improvisaban composiciones propias.

Tuvo una relación escandalosa con el también poeta Ibn Zaidun, en cuyas antologías se suelen recoger los pocos poemas suyos que nos han llegado.

[7]​ Durante los diez siglos siguientes a la caída del imperio romano el lesbianismo desaparece de la literatura.

La satisfacción física y por lo tanto emocional se consideraba imposible sin la intervención de un falo natural.

Y como se miró, viéndose armada, por el daño que el dómine había hecho le puso por prisión una bragueta.

Los elementos homoeróticos en la literatura eran muy frecuentes, específicamente la confusión de un sexo por otro para engañar y seducir a una mujer inocente.

En Inglaterra estos papeles se llamaban breeches role y fueron empleados con frecuencia por autores teatrales, como Shakespeare en su Noche de reyes (1601) o Edmund Spenser en The Faerie Queene (1590).

Ambas vivían juntas en Madrid, ganando su sustento como escritoras, independientes de cualquier hombre.

[29]​ Gradualmente las mujeres empezaron a ser escritoras plasmando sus propios pensamientos sobre las relaciones lésbicas en sus obras.

[33]​ En España también hubo un tímido despertar de la literatura lésbica a principios del siglo XX.

Weirauch es conocida por su trilogía Der Skorpion (1919, 1920, 1931; El escorpión) que trata sobre una lesbiana en busca de su identidad.

Otras como Mary Renault y Carson McCullers escribieron o tradujeron obras de ficción que se centraron en los varones homosexuales, aunque ambas mantuvieron relaciones lésbicas, sus principales amigos fueron hombres gays.

[37]​ Cuando los libros en rústica se pusieron de moda, los temas lésbicos quedaron relegados a la pulp fiction.

La escritora Donna Allegra recuerda sus lecturas de la pulp fiction lésbica como:Sin importar qué tan avergonzada y ruborizada me sentía cuando iba a la caja registradora a comprar esos libros, me era absolutamente necesario tenerlos.

El lesbianismo estaba relacionado con menudo con otros temas que se consideraban salaces o escandalosos en la época: brujería, satanismo, BDSM, orgías y voyeurismo[39]​.

También, la mayoría de las obras literarias del género presentaban tópicamente a mujeres muy infelices, o relaciones que terminaban trágicamente.

Algunas escritoras de pulp lésbico fueron: Marijane Meaker, Marion Zimmer Bradley y Ann Bannon.

Tras los disturbios de Stonewall los temas lésbicos se hicieron mucho más diversos y complejos, desplazando el tema del lesbianismo del erotismo para hombres heterosexuales a obras escritas para las lesbianas.

[45]​ En décadas recientes han proliferado las escritoras que tocan temas lésbicos como Jeanette Winterson, el mundo fantástico proyectado en los libros de Marion Zimmer Bradley.

También se suman escritoras de habla española como: Ana María Moix, Núria Añó, Sylvia Molloy, Ena Lucía Portela, Esther Tusquets, Rosamaría Roffiel, Susana Guzner, Zoé Valdés, Lola Vanguardia, Lucía Etxebarria, Isabel Franc, Thaís Morales, Odette Alonso, Isabel Prescolí, Artemisa Téllez, Cristina Peri Rossi, Luz María Umpierre y Yolanda Arroyo Pizarro.

[46]​ En años recientes pueden mencionarse obras como Eses fatales, publicada en 2005 por Sonia Manzano y considerada la primera novela lésbica escrita por una ecuatoriana.

Yo entonces muy contenta me llegué más a ella, y le dije medio riendo: -¿Cómo puede ser, pastora, que siendo vos tan hermosa os enamoréis de otra que tanto le falta para serlo, y más siendo mujer como vos?

La poeta griega Safo y la muchacha de Mytilene (1809), óleo de Nicolai Abildgaard
Retrato de Virginia Woolf .
En 1961, Artemis Smith publicó This Bed We Made, sobre una mujer joven que no puede encontrar satisfacción sexual con su marido.