Enseguida la editora encargada de los guiones, Irene Diamond, convenció al productor Hal B. Wallis para que comprara los derechos por 20 000 dólares estadounidenses de la época,[13] el precio más alto jamás pagado por una obra teatral que no hubiese sido puesta en escena.
Se usó humo, simulando neblina, para cubrir la apariencia poco convincente del modelo.
[21] Los contratiempos alcanzaron al productor Hal B. Wallis cuando decidió, tras haber terminado el rodaje, que la línea final de la película sería: «Louis, pienso que este es el comienzo de una bella amistad» («Louis, I think this is the beginning of a beautiful friendship»).
Bogart tuvo que ser llamado un mes después de finalizado el rodaje para doblar la frase.
Sin embargo, resultó muy difícil conseguir al actor Claude Rains para la filmación, y la idea fue definitivamente abandonada cuando otro productor, David O. Selznick, señaló que «sería un error tremendo cambiar el final».
[24] Según parece, fue el director Curtiz quien favoreció las partes románticas, al insistir en que permanecieran los flashbacks sobre la época en París.
[26] La palabra inglesa original, corn (maíz) también se refiere, en jerga, a un tipo de humor tonto, gastado, banal y sentimental.
Estos efectos fueron diseñados para proporcionar a su rostro una apariencia «inefablemente triste, tierna y nostálgica».
[20] Además, la oscuridad del cine negro y la luz expresionista es usada en numerosas escenas, principalmente hacia el final de la película.
Otros actores dignos de mención cuyos créditos no aparecen en la película son: Marcel Dalio, Helmut Dantine, Norma Varden, Jean Del Val, Torben Meyer, Dan Seymour y Gregory Gaye.
[42] Los ciudadanos alemanes que había entre ellos, por ejemplo, debieron guardar el toque de queda al ser considerados como extranjeros enemigos.
Se trata de su examante, Ilsa Lund (Ingrid Bergman), quien le había abandonado en París sin dar explicaciones y quien, junto a su esposo Víctor Laszlo (Paul Henreid), entra al Café esa noche para comprar las cartas.
Enfurecido, Laszlo solicita a la banda del local que interprete La Marsellesa, el himno nacional francés hasta antes de la ocupación.
Rick sigue resentido con Ilsa, pero esa noche ella lo confronta una vez que el Café ha quedado desierto.
Esto hace que la fidelidad a los hechos históricos sea bastante amplia, cosa rara en el cine.
Los aviones americanos atacaron el puerto, provocando la pérdida de submarinos franceses y buques mercantes.
Más adelante, en 1943, sería la sede la Conferencia de Casablanca entre el presidente Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill.
La película obtuvo unos resultados económicos sustanciosos, si bien no espectaculares, recaudó 3,7 millones de dólares en su estreno en Estados Unidos.
97 agencias lo devolvieron sin haberlo leído, 7 nunca lo leyeron y 18 copias se habrían reportado como perdidas en el correo.
[20] Nunca se ha oído, continúa diciendo Ebert, una reseña negativa sobre la película, aun cuando algunos puntos específicos puedan ser criticados como, por ejemplo, los efectos especiales inverosímiles y la actuación acartonada del personaje de Laszlo.
[62] Por su parte, el crítico francés Georges Sadoul ni siquiera menciona esta película en su Dictionnaire des films, Seuil, 1965 (Primera edición).
En doblajes posteriores ya se hizo mención a la actividad de Rick con la II República y con Abisinia.
[71] La novela A medida que el tiempo pasa (As Time Goes By, en inglés, usando el mismo título de la canción principal de Casablanca), escrita por Michael Walsh en 1998, fue autorizada por Warner para usar dicho título.
[72][73] La obra arranca justo donde la película se detiene y hasta cuenta la historia del pasado misterioso de Rick en los Estados Unidos.
[74] Ya antes, David Thomson había redactado una secuela no autorizada en su novela de 1985 Sospechosos (Suspects, en inglés).
Julius Epstein intentó dos veces convertirla en un musical para Broadway, en 1951 y 1967, pero finalmente nunca fue puesta en escena.
Estando así las relaciones entre los dos bandos enemigos, parece ilógico que una carta firmada por De Gaulle produjera algún beneficio.
La actitud de Curtiz ante estos detalles fue simple: decía «lo hago ir tan rápido que nadie se da cuenta».
Este rumor nació temprano, durante una de las exhibiciones que el estudio otorgó a la prensa cuando la película estaba aún en desarrollo, pero para ese momento el estudio ya sabía que Reagan estaba comprometido con la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y nunca fue tomado en cuenta.
Sin embargo, y puesto que el guion se reescribe a lo largo de todo el rodaje, la revisión de Aljean Harmetz concluye que muchas de las escenas clave habían sido ya filmadas cuando Bergman hizo el comentario, y que ya sabía cómo terminaría la película: por lo tanto, la confusión fue, en todo caso, «emocional» y no «factual».