La doble moral es injusta porque viola el principio de justicia conocido como imparcialidad, el principio según el cual los mismos criterios se aplican a todas las personas sin parcialidad ni favoritismo.
La doble moral viola este principio, pues toma en cuenta a las personas según diferentes criterios.
Por lo tanto, ante la acusación de un trato desigual, lo que se da es una justificación «adecuada» para el tratamiento diferente y no un empeño en eliminar el trato desigual propiamente dicho.
Un ejemplo se da con políticos que promueven y difunden una ideología política, pero actúan con base en otra totalmente opuesta, llamándose en ese caso también como «doble discurso».
[1] El antiguo aforismo latino «Quod licet Iovi, non licet bovi» («lo que es lícito para Júpiter no es lícito para todos») capta la idea de las relajadas normas de comportamiento que la élite aplica a sí misma y las normas más ásperas que aplica a las masas.