[7][8][9][10][11][12][13][14] Consiste en la obtención de unos mayores beneficios al incorporar al consumo a sectores de la población tradicionalmente discriminados, pero que han adquirido un poder adquisitivo suficiente, el denominado dinero rosa, como para generar un mercado específico enfocado a la comunidad gay, como bares y discotecas, turismo homosexual o consumo cultural especializado.
Si bien siempre han existido sexualidades diversas, pueden distinguirse tres períodos en el desarrollo del mercado y negocios dirigidos a la comunidad LGBTI, contribuyendo éstos a su vez a la construcción de las diversas identidades sexuales:[20][21][22] Desde las últimas décadas del siglo XIX ya existían en algunas ciudades de Europa y Estados Unidos bares, cabarets o prostíbulos clandestinos dirigidos especialmente hacia el público homosexual.
[23] Aunque los lugares y el consumo LGBTI siguen siendo marginales, durante esta época se crean diversas asociaciones incluidas dentro del movimiento homófilo que buscan la valoración positiva de la homosexualidad por parte de la sociedad a través de encuentros, publicaciones o fiestas benéficas, contrapuestas a los comportamientos considerados marginales y perversos como la promiscuidad, el cancaneo, la prostitución, las saunas o las revistas eróticas.
Estos barrios, tras ser rehabilitados en gran medida gracias a la comunidad LGBT y ponerse de moda, paulatinamente han sufrido procesos de gentrificación que suben los precios y expulsan a la población LGBT que no puede asumir los nuevos costes.
[27] Paralelamente a estos procesos, se ha ido desarrollando un mercado cada vez más especializado en torno al colectivo LGBTI, que atiende específicamente sus necesidades mediante la venta de servicios y productos exclusivos.
[1][7][8][17][38][39] El cineasta homosexual italiano Pier Paolo Pasolini estaba en contra del movimiento LGBT por entender que beneficiaba al capitalismo.
[8][9][13] En este sentido, la tendencia ha sido a que el movimiento gay no haya definido la agenda política, sino al revés, adaptándose a los esquemas heteropatriarcales y heteronormativos definidos desde la óptica capitalista tradicional, incorporando la visión social de familia, propiedad, cuerpo, organización económica o vivencia sexual desde los esquemas heterosexuales.
[9][48] De esta forma, se está haciendo que el colectivo LGBT, tradicionalmente crítico con el Estado, respalde el homonacionalismo, es decir, se sienta identificado con los países que defienden posiciones favorables a la igualdad LGBT y demonizando a otras culturas, especialmente la islámica, además de ser favorable a apoyar políticas neocolonialistas y olvidando la homofobia, la transfobia y el machismo que siguen existiendo dentro del mundo occidental.
[67] Distintos movimientos en otras ciudades, como Barcelona, Sevilla o Zaragoza también organizan otros eventos en este mismo sentido.