La igualdad social es lo opuesto a la desigualdad social -desigualdad económica, esclavitud, racismo, sexismo, sociedad de castas y estamentos-, así como cualquier otro tipo de discriminación por género,[3][4] etnia, orientación sexual, recursos, religión, especie biológica, idioma, edad, por discapacidad -física o intelectual- o cualquier otra condición personal.
Estos beneficios no solamente se producen en los sectores más desfavorecidos sino que la población con mayor renta o mayor estatus social también mejora sus condiciones de vida cuando aumenta la igualdad social.
[7][10] Incluso comparando los países más ricos se constata que los problemas sociales y de salud también están más extendidos en las naciones ricas que son más desiguales respecto a otra s.[7] La igualdad civil y política se alcanza cuando se cumplen los derechos humanos de primera generación, que son esencialmente la libertad y la participación en la vida política.
Son derechos civiles y políticos, que delimitan parcelas inviolables de los seres humanos así como el derecho de los ciudadanos a votar, ser votado y participar en la gobernación del Estado.
La equidad o igualdad de recursos es básica tanto para poder ejercer con plenitud los derechos civiles y políticos como para tener una vida digna.
Para alcanzar las máximas cotas de igualdad social se considera decisivo eliminar la desigualdad en la salud.