Masculinidad hegemónica

[1]​[2]​ Conceptualmente, la masculinidad hegemónica propone explicar cómo y por qué los hombres mantienen los roles sociales dominantes sobre las mujeres, y otras identidades de género, que se perciben como "femeninos" en una sociedad dada.

Por lo tanto, en el término "masculinidad hegemónica", el adjetivo hegemónico se refiere a la dinámica cultural por medio de los cuales un grupo social reclama y sostiene una posición de liderazgo dominante en una jerarquía social; no obstante, la masculinidad hegemónica encarna una forma de organización social que se ha desafiado y cambiado sociológicamente.

[1]​ Las vías tradicionales para que los hombres ganen honor eran proporcionandas por sus familias y el ejercicio del liderazgo.

La masculinidad hegemónica o machismo –definida como oposición o rechazo a la feminidad[8]​– está asociada directamente con el patriarcado como lógica de relación y de comprensión del mundo, donde el varón es el género predominante en la condición humana.

Investigadores como Herb Goldberg,[9]​[10]​ Pierre Bourdieu,[11]​ o Michael Kaufman,[12]​ empezaron a valorar la importancia del estudio de la masculinidad patriarcal.

El tema de la masculinidad dentro del cine llegó a convertirse en una asignatura en las universidades en los años 1990.

De esta manera se esquematiza el rol del ejercicio de la masculinidad y se la confunde con la representación social reduciéndose así las diferencias entre los varones y aumentándolas con respecto a las mujeres.

[28]​ Según la filósofa Simone de Beauvoir, desde muy pequeños a los varones se les retacea la ternura que se les brinda a las niñas condenándolos a la independencia, la madre les niega los besos y abrazos que prodiga a sus hermanas, no se los halaga por sus esfuerzos de seducción sino que se les enseña a no ser coquetos, no se los protege contra la angustia de la soledad porque «los hombres no tienen miedo», a través de frustraciones experimentan desde muy temprano el desamparo, su destete es más brutal que el de las niñas, se le dice «un hombre no pide besos», «un hombre no se mira en el espejo», «un hombre no llora».

Se les inculca desde muy temprano el orgullo por la trascendencia de su sexo como compensación por todas las frustraciones padecidas.

Los varones son compelidos a tener una vida sexual frecuente y a estar siempre disponibles, como si más fuera sinónimo de mejor, con lo que la sexualidad masculina se convertiría más en un mandato social que en un placer singular.

Entre las víctimas de homicidio en adolescentes entre 15 y 19 años, el 86 % habían sido varones.

El patrón cíclico de como la masculinidad hegemónica se produce, reproduce y perpetúa.
Two wrestlers, one wearing red and the other blue
Las competiciones de fuerza y habilidad físicas son una característica de la masculinidad que aparece de alguna forma en virtualmente cada cultura. Aquí, dos marines de los EE.UU. compiten en un combate de lucha libre.
La maquinaria, el trabajo fuerte y músculos son tradicional y sesgadamente asociados con la masculinidad.