Magna Grecia (en griego clásico: Μεɣάλη Ἑλλάς [Mĕgálē Hĕllás]; en neogriego: Μεɣάλη Ελλάδα; en latín: Magna Graecia; en italiano: Magna Grecia) es el nombre dado en la Antigüedad al territorio ocupado por los colonos griegos al sur de la península italiana y Sicilia, donde fundaron polis que comerciaron con su metrópoli.
Otras ciudades de la Magna Grecia fueron Syrakousses (Συρακούσσες, Siracusa), Akragas (Άκραγας, Agrigento), Selinus (Σελινοΰς, Selinunte), Taras (Τάρας, Tarento), Locri (Λοκροί), Rêgion (Ρήγιον), Kroton (Κρότων, Crotona), Thurioi (Θούριοι, Turios), Elea (Ελαία), Messana (Mesina), Tauromenia (Taormina) e Hímera.
Desde estos emplazamientos se mantenían vínculos con las colonias griegas más occidentales, las del actual litoral hispanofrancés: Massalia (Marsella), Antípolis (Antibes), Nikaia (Niza), Emporion (Ampurias) o Mainake (Málaga).
Numerosas leyendas e historias mitológicas de la Έλλάς (Hélade) tienen lugar allí.
Belisario ocupó Nápoles y finalmente Roma a comienzos de diciembre.
El precio de la conquista del reino ostrogodo quizá podría considerarse excesivo.
Los veinte años de lucha aceleraron dramáticamente la transición al mundo medieval.
Roma perdió su entidad urbana y dejó de ser la ciudad por antonomasia del mundo Mediterráneo.
La cual se casa con Enrique VI, cosa que permite la llegada al poder de la dinastía Hohenstaufen.
El reino de Sicilia sin embargo no tiene ningún poder central como en las demás monarquías, así que los barones y los obispos usurpan las prerrogativas reales, y las ciudades grandes no aconsejan seguir adelante con sus instituciones comunales.
En 1220 Federico II, el hijo de Enrique VI, se proclama emperador.
Bajo Carlos de Anjou, y posteriormente su hijo Carlos II, el norte se favorece en detrimento del sur, así la capital se trasladada de Palermo a Nápoles.
Los lazzaroni (la clase más baja del pueblo), dirigidos por Fabrizio Ruffo, lograron que los franceses rindieran los castillos napolitanos y se les permitió navegar de vuelta a Toulon.
[6] Con ello se restauró en trono a Fernando IV, pero le duró poco, ya que siete años más tarde, Napoleón, conquistó el reino e instaló en él a su hermano José.
Tras vencer al ejército borbónico en varias oportunidades tuvo la vía libre para entrar en Nápoles, ya que el rey Fernando II había abdicado para no provocar una guerra civil.
Así Garibaldi entró triunfalmente en Nápoles conquistando todo el Reino de las dos Sicilias.
Está situada en las orillas del golfo homónimo a medio camino entre el Monte Vesubio y otra área volcánica, los Campos Flégreos.
Es la segunda ciudad más poblada del sur de Italia y en ella habitan 628.317 personas (2022) y su aglomeración urbana cuenta con cerca de 980 000, cifra que aumenta hasta 1 500 135 habitantes en toda su área metropolitana, la quinta más poblada del país.
[15] Se trata del idioma en que se escriben todas las canciones folklóricas napolitanas, tales como 'O surdato 'nnammurato, 'O sole mio, Funiculì, funiculà, Torna a Surriento y Santa Lucia.
Al igual que todas las lenguas romances, el napolitano deriva del latín.
Existen dos subvariedades principales del grecoitaliota: Las dos variedades suelen mencionarse conjuntamente como “lengua grecoitaliota” (Κατωιταλιώτιικα o kato-italiótika, palabra cuyo significado es ‘bajo italiano’ y, más exactamente por el contexto ‘griego italiano meridional’), subdivididas en grecánico y griko, dos variedades diferentes en su desarrollo histórico.
El dialecto grecocalabrés usualmente es llamado por sus hablantes “glossa grèca tis Kalavrìa” (“ lengua griega de Calabria”).
Pertenece al grupo de las lenguas italorromance y, más exactamente, al subgrupo italiano extremomeridional, hablado también en la península itálica, principalmente en el centro-sur de Calabria, en Cilento y en Salento, en Apulia meridional.
El siciliano tuvo una fuerte influencia en la formación de la lengua maltesa, sobre todo hasta finales del siglo XVIII.