Fernando II de las Dos Sicilias

Estas promesas, aparentemente, las hizo para apaciguar a sus opositores, pues aunque sí llevó a cabo algunas reformas económicas en las Dos Sicilias, muchos problemas relacionados con los impuestos apenas sufrieron alteraciones y mejoras, la corrupción siguió floreciendo en todos los ámbitos de la administración, y el absolutismo acabó por establecerse como sistema político de forma aún más dura que en tiempos de sus antepasados.

Fernando II era astuto por naturaleza, aunque no había sido bien educado; era enormemente supersticioso y poseía una desorbitada autoestima.

Tras su segundo matrimonio en 1837, con una archiduquesa de Austria, los lazos con el despotismo se vieron reforzados, y el descontento de sus súbditos se manifestó en varias insurrecciones, todas fallidas; en 1837 tuvo lugar un levantamiento en Sicilia tras un brote de cólera, y en 1843 La Giovine Italia intentó organizar un levantamiento general que, no obstante, sólo se manifestó en sublevaciones puntuales.

El rey se retiró a Gaeta para contactar con otros déspotas que habían sido depuestos.

Tal fue el escándalo que esta información produjo en Europa, que en 1856 Francia e Inglaterra mandaron representantes diplomáticos a las Dos Sicilias para mitigar la crueldad del rey y procurar una amnistía general, sin éxito.

Fotografía del rey Fernando II en sus últimos años.
María Cristina de Saboya (1812-1836), primera esposa de Fernando II.
María Teresa de Austria-Teschen (1816-1867), segunda esposa de Fernando II.