La expresión el principado se sigue usando hoy en día para referirse a Cataluña, especialmente cuando contrasta con otros territorios de habla catalana[cita requerida].
[nota 1] Aun sin ser formalmente un reino, el principado se hallaba legal e institucionalmente a la par con el resto de estados que integraban la Corona de Aragón[3] (los reinos de Aragón, Mallorca y Valencia, entre otros), cuyo único nexo común era la figura del monarca.
No se debe confundir, por tanto, el principado de Cataluña con un título nobiliario.
No obstante, existen precedentes en el uso del término princeps para hacer referencia al conde de Barcelona.
Los movimientos republicanos prefirieron abandonar el nombre Principado, pero, en cambio, los movimientos pancatalanistas prefirieron mantenerlo para referirse a la Cataluña estricta, diferenciada de los Países Catalanes.
Hoy en día, pese a que el término Principado no está recogido en el Estatuto de Cataluña, es una denominación tradicional.
Un gobernador regional fue nombrado para administrar la provincia [aclaración requerida] y lo que hoy es Cataluña se convirtió en parte de al-Ándalus, una provincia del califato omeya.
En 988, el conde de Barcelona Borrell II no reconoció al rey franco Hugo Capeto y a su nueva dinastía, lo que lo puso efectivamente fuera de la regla franca.
A principios del siglo XI, los condados catalanes sufrieron un importante proceso de feudalización.
La primera asamblea de Paz y Tregua fue presidida por el abad Oliva en Toulouges (Rosellón) en 1027.
El nieto de Ermesinda, conde Ramón Berenguer I, comenzó la codificación del derecho catalán en las Observancias escritas de Barcelona, que se convertirían en la primera recopilación completa del derecho feudal en Europa occidental.
El propio rey establecía: En 1289, en las Cortes celebradas en Monzón se dan los primeros pasos para institucionalizar la primera Diputación del General en la Corona de Aragón, como una comisión temporal para recaudar el "servicio" o tributo que se concede al rey Alfonso III de Aragón, impuesto conocido popularmente como Generalidad, nombre que se exportó a Francia donde se crearon las generalités o distritos fiscales; con el paso del tiempo, el nombre oficioso de Generalidad terminó suplantando el nombre oficial de la Diputación del General.
Cataluña experimentó un período de prosperidad durante el siglo XIII y principios del XIV.
Sin embargo, agravó la crisis social en el Principado de Cataluña, tanto en el campo como en las ciudades.
Durante el reinado de Juan II, las tensiones sociales y políticas acabaron por provocar la Guerra civil catalana (1462-1472) y las Guerras remensas ("remença" era una forma de servidumbre), 1462-1485.
En 1493, Francia devolvió los condados de Rosellón y Cerdaña, que había ocupado durante el conflicto.
Se suspenden las Cortes y comienza un conflicto con el Principado de Cataluña.
En 1643, el ejército del rey Luis XIII conquista el Rosellón, Monzón y Lérida.
El término se institucionalizó en los gobiernos locales de Ibiza, Mallorca y Perpiñán.