Por este Tratado el rey de Francia renuncia a sus pretensiones sobre los condados de Barcelona y Urgel entre otros, renunciando el rey de Aragón, por su parte, a sus pretensiones sobre parte del Languedoc (excepto Montpellier).
El cerco francés sobre la Corona aragonesa se estrecha.
Jaime I, a cambio, renunciaba a la comarca de la Fenolleda y Perapertusés, que incluían los castillos de Puilaurens, Fenollet, Castellfisel, Peyrepertuse y Quéribus.
Además, renunció a sus derechos sobre Tolosa, Quercy, Narbona, Albi, Carcasona (recibidas en feudo de Tolosa desde el 1213), Rasés, Béziers, Termes y Menerbés.
El efecto fundamental del tratado fue eliminar definitivamente a los monarcas de la Corona de Aragón como factores políticos en el Mediodía francés y lo mismo a los monarcas franceses sobre el sur de los Pirineos.