Estos pueblos comparten una cultura material similar y presumiblemente habrían hablado variedades lingüísticas similares, que en conjunto se denominan idioma ibero.
En el siglo V, se produce la invasión generalizada del Imperio romano por parte de los pueblos germánicos.
Los musulmanes ya ocupaban todo el norte de África y su imperio se extendía hasta la India.
Aunque a su muerte Wifredo repartió sus condados entre sus hijos, se mantuvo la unidad entre Barcelona, Gerona y Osona, excepto durante un breve periodo.
Así, a finales del siglo, la mayoría de los campesinos propietarios se habían convertido en siervos sometidos al señor.
Bajo el gobierno del conde Ramón Berenguer IV (1131-1162), se produjeron diferentes hechos fundamentales para la historia de Cataluña.
Según estas capitulaciones, Ramiro no cedía su dignidad real, esto es, que en adelante sería rey, señor y padre de Ramón Berenguer tanto en Aragón como en todos sus condados.
[10] A nivel dinástico, existen diversas explicaciones en la historiografía actual sobre la continuidad de las casas gobernantes en la Corona unida.
[11][12] En cambio, José Luis Villacañas[13] o Vicente Salas Merino,[14] entre otros autores, consideran que la dinastía reinante entre 1162 y 1412 fue la Casa de Barcelona.
En lo sucesivo, Ramón Berenguer IV materializó las nuevas conquistas políticamente diferenciadas asignadas a título personal como marquesados.
Por su carácter limítrofe, la Ribagorza siguió siendo objeto de disputa entre catalanes y aragoneses durante el siglo XIII.
En las Cortes reunidas en Zaragoza en 1300, el rey Jaime II aprobó que tanto Ribagorza como La Litera quedasen bajo jurisdicción aragonesa.
Ya desde los tiempos de los Reyes Católicos los catalanes participan directamente en las expediciones y campañas militares españolas.
A finales de 1642 murió Richelieu y, pocos meses después, el rey Luis XIII.
Un año después fueron recuperadas Lérida y las comarcas leridanas, que no volvieron a caer en manos francesas.
Aunque el apoyo al archiduque en la Corona de Aragón no fue unánime (ciudades como Cervera permanecieron fieles a Felipe V), sí fue abrumadoramente mayoritario.
Entre los hechos de armas destacan la batalla del Bruch en 1808 y los tres asedios a que es sometida Gerona, defendida en el tercer sitio por sus habitantes bajo la dirección del general Álvarez de Castro, ayudado externamente por el capitán Juan Clarós y sus 2500 hombres.
Además, tanto bajo la monarquía de Amadeo como durante la misma República, en Cataluña se suceden diversos intentos separatistas que fueron neutralizados por los distintos gobiernos.
La integración económica progresó al mismo tiempo que se avanzó en la unificación del ámbito administrativo, fiscal y financiero.
Almirall intentó unir las derechas y las izquierdas catalanistas, pero no lo consiguió porque existían demasiados divergencias entre las dos corrientes.
Los componentes del Centro Catalán querían conseguir el apoyo de la burguesía, pero eso fue inviable.
La burguesía no hacía suyo el catalán medievalizante que hablaban e incluso surgió un movimiento llamado La Renaixença popular, burlándose de aquellos sectores más cultos.
La creciente conflictividad social degenerará a lo largo del reinado de Alfonso XIII, dando lugar desde 1917 a una intensificación de las tensiones y al desarrollo del pistolerismo, alentado desde la patronal contra los obreros y enfrentado al terrorismo anarquista.
[35] La Mancomunidad de Cataluña fue una institución que agrupó las cuatro diputaciones catalanas: Barcelona, Gerona, Tarragona y Lérida.
Su acción política estuvo regida por el consenso entre las distintas orientaciones presentes, fueran o no catalanistas.
[43] En Cataluña fue inicialmente aplaudido por los sectores de la alta burguesía conservadora que dieron la bienvenida a Primo como salvaguarda ante las fuerzas radicales del anarquismo.
En un primer momento se permitió que la Mancomunidad continuara existiendo, pero la dictadura trabajó a fondo contra el nacionalismo catalán republicano, cada vez más radicalizado y en alza, prohibiendo partidos, asociaciones e instituciones autóctonas.
Las elecciones parlamentarias de 1933, primeras en las que las mujeres tuvieron derecho al voto, convirtieron a la conservadora CEDA en la principal fuerza política.
En cuanto al movimiento obrero, destaca la crisis de la CNT con la escisión del sector moderado, los denominados treintistas.
Pocos días después tuvo lugar el fallido golpe de Estado contra la II República, que desembocó en la Guerra Civil.