[2] El anciano emperador bizantino aparece sentado en su trono de oro junto a su hijo y heredero, el futuro Miguel IX Paleólogo, mientras desfilan ante ellos los mercenarios al mando de su jefe, y al fondo del cuadro y a la izquierda puede verse Santa Sofía.[5] Roger de Flor aparece en actitud triunfadora y recibiendo honores e incluso un «desmedido elogio» por parte del anciano emperador bizantino, que inclina la cabeza en señal de respeto.En la noche del 20 de enero de 1889 se hizo un homenaje al pintor tras la compra del cuadro por el Senado,[12] y como ya había ocurrido con otros artistas en ese periodo,[12] el Senado subió el precio desde las 15.000 pesetas iniciales hasta las 40.000 que acabó pagándole por su obra.[15] Moreno Carbonero no alcanzó demasiada gloria entre sus contemporáneos con este cuadro, ya que sólo fue expuesto en la Exposición Internacional de Múnich de 1888, aunque ello también se debía a estar destinado al Senado.En lo que respecta a la escenografía, el pintor malagueño logró un espectacular efecto al colocar el plano del camino por donde desfilan los soldados a la misma altura del espectador, lo que obliga o aconseja contemplar la obra desde «muy bajo» si se desea disfrutar de toda su grandilocuente puesta en escena.[16] El «refinamiento preciosista» alcanzado en todos y cada uno de los detalles del cuadro ha llevado a algunos eruditos a considerar incluso una lejanísima influencia del artista Mariano Fortuny, fallecido en Roma en 1874.