Cortes de Barcelona (1626)
Eran las primeras, y únicas si se entienden las de 1632 como continuación, de Felipe IV que, como su padre Felipe III dilataba cada vez más los compromisos institucionales con Cataluña.El rey juró las constituciones catalanas, cosa que no había hecho desde su proclamación en 1621.De esta forma pudo sustituir a Joan Sentís i Sunyer, quien hasta este momento había sido virrey interino, puesto que el anterior virrey (Fernando Afán de Ribera) había sido rechazado por los catalanes cuando el rey pretendía delegar su juramento en él.Después de veintisiete años sin poder legislar ni tener oportunidad para presentar agravios o disentimientos por parte de los diputados, la lista era infinita.[1] Felipe IV intentaba conseguir el objetivo de Olivares, que suponía unos 16 000 hombres pero también intentaba conseguir un excusado que el brazo eclesiástico se negaba a pagar e insistía en la imposición del quinto.