En Cartagena se encuentra la excatedral de Santa María la Mayor (en ruinas desde 1936, durante la guerra civil española), primera sede del obispado.
Entre las instituciones religiosas con sede en Murcia, destaca la Universidad Católica San Antonio, (UCAM), fundada en 1995, y el Instituto Internacional de Caridad y Voluntariado Juan Pablo II (IICV), dependiente de esta última.
Al ser en ese momento Cartagena la sede metropolitana, ya que la ciudad era la capital de la provincia, se puede suponer que Celsino, primer obispo mencionado en la relación era efectivamente el obispo metropolitano de Cartagena.
La prelatura del obispado que tradicionalmente se ha atribuido a San Fulgencio, patrón de la diócesis, entre el final del siglo V y el inicio del VI suscita muchas dudas, ya que está basada únicamente en un comentario escrito por su hermano San Isidoro de Sevilla quien afirma que envió a Fulgencio de regreso a Cartagena, sin especificar en ningún momento que lo hiciera en calidad de obispo.
En Begastri se han excavado los restos de una primitiva basílica consagrada a San Vicente, posible sede del obispado.
El papa nombró al franciscano fray Pedro Gallego, confesor del príncipe Alfonso, como primer obispo de Cartagena.
La restauración de la sede episcopal, según Rubio Paredes y otros estudiosos, obedecía más a razones sentimentales e históricas que a la situación real.
En 1271 y 1293, algunas porciones de territorio que aún estaban bajo dominación árabe fueron donadas a la diócesis, lo que sentó las bases para una ampliación de la diócesis a lo largo del siglo siguiente.
El papa se dirigió a los dos clérigos en la llamada Bula de Rieti de 1289, documento que no es tal bula en sí (es decir, no un solemne documento papal sobre materia política o religiosa), sino más bien una misiva confidencial inquiriendo sobre las intenciones del obispo cartaginense.
Firmaba la carta Sancho IV el Bravo, por más que el monarca no tuviera competencia para el traslado de una diócesis "exenta", es decir, que responde directamente al papa, a quien en última instancia competería la erección o traslado de una diócesis.
Por ende, dicho rey estaba en estado de excomunión por haberse enfrentado a su padre Alfonso X y por haber desposado en bigamia a María de Molina.
Desde su restitución, los límites geográficos diocesanos habían correspondido con los del castellano Reino de Murcia.
La presencia como obispo de Cartagena entre 1705 y 1724 del cardenal Belluga supondría un avance sustancial en la estructuración diocesana.
Asimismo, otros siete obispos fueron elevados al rango de cardenal.
En proceso de canonización se encuentra la clarisa Úrsula Micaela Morata que vivió en el siglo XVII en Cartagena, Murcia y Alicante.