En 1949 pasó a Roma, donde obtuvo en 1955, el doctorado en teología en la Universidad Gregoriana, con una tesis sobre la gracia en Miguel Bayo.
Durante los 12 años que rigió esta Diócesis creó y potenció las estructuras diocesanas, aplicando con ello las directrices conciliares.
En 1984 el Papa le nombró como obispos auxiliares a Santiago García Aracil y José Vilaplana Blasco.
Tenía una gran formación teológica y una amplia visión de los problemas contemporáneos.
En el coche viajaban también la religiosa María Marín González -ama de llaves del prelado-, que falleció en el accidente, y una hermana del arzobispo, Manuela Roca, que resultó gravemente herida.
Más de veinte mil valencianos pasaron por la capilla ardiente y fue enterrado en la Catedral.
En julio de ese mismo año, el más tarde cardenal Agustín García-Gasco fue nombrado su sucesor.