Iniciada a comienzos del siglo XVI, sus obras se vieron dificultadas por diversas problemáticas, no pudiendo ser finalizada hasta la década de 1790.
Consecuentemente aúna diversos estilos en sus diferentes cuerpos, desde el renacimiento al neoclasicismo, interviniendo también múltiples arquitectos, desde Jacopo Florentino hasta Ventura Rodríguez.
Una torre sencilla, de estilo gótico que en 1467 acompañaría al conjunto catedralicio durante la consagración del templo.
La cual, interesada en promover las nuevas tendencias neoclásicas, encargó a Ventura Rodríguez el diseño, dirigiendo las obras hasta su terminación en 1793 Pedro Gilabert.
En el segundo cuerpo, Quijano recurrió a un orden jónico en las pilastras, con hornacinas entre ellas, introduciendo además algunas heterodoxias.
Su función era permitir al sacerdote realizar diferentes actos desde ellos como la conjuración de las tormentas o rituales propiciatorios.
El cuerpo de campanas avanza un poco más dentro del arte barroco y apunta al rococó francés por sus elegantes líneas decorativas.
[8] Cada una recibe un nombre propio: El acceso a la torre fue durante mucho tiempo libre, por lo que en su interior podemos encontrar numerosas inscripciones realizadas directamente en sus sillares y pintadas realizadas por visitantes a lo largo del siglo XX, que se mezclan con las originales de canteros.