Según John H. Elliot el término «catalanismo», «hasta entonces reducido al movimiento cultural, comenzó a adquirir un serio significado político en el curso del llamado sexenio revolucionario, de 1868 a 1874».
[2] Más concretamente, el adjetivo «catalanista» empezó a ser usado entre 1870 y 1871 para referirse a sí mismos por los miembros de la Jove Catalunya y de la revista La Renaixensa.
Corriente liderada principalmente por Junts, ERC, CUP y Aliança Catalana que defienden que Cataluña sea reconocida como nación, y la Generalidad de Cataluña obtenga mayores cuotas de autogobierno y sea reconocido el que sólo los catalanes puedan decidir si Cataluña debe permanecer integrada en España, entendida como un Estado «plurinacional» y confederal, o adoptar la independencia unilateral.
El PSC está a favor de celebrar un referéndum con opción a la independencia, siempre y cuando se permita legalmente y deje abierta la opción federal, la cual pediría votar.
Además, defiende el derecho a utilizar la lengua catalana tanto en las instituciones españolas como europeas, con base en su cantidad de hablantes y a su tradición literaria e histórica.
[12] Los nacionalistas e independentistas catalanes denuncian que Cataluña está sometida a un agravio económico por parte del Estado, debido al déficit de la balanza fiscal para Cataluña, entendiendo que Cataluña recibe mucho menos de lo que aporta en concepto de impuestos.
Por esas razones, se argumenta[13] que Cataluña viene reclamando históricamente un mayor nivel de autogobierno con respecto a España, tanto desde el punto de vista legislativo como ejecutivo, judicial, cultural y económico.
[19] Al año siguiente convocaba el Primer Congreso Catalanista, del que surgiría en 1882 el Centre Català, la primera entidad catalanista claramente reivindicativa, aunque no se planteó como partido político sino como una organización de difusión del catalanismo y de presión sobre el Gobierno.
En 1885 se presentó al rey Alfonso XII un Memorial de Agravios en que se denunciaban los tratados comerciales que se iban a firmar y las propuestas unificadoras del Código Civil; en 1886 se organizó una campaña contra el convenio comercial que se iba a firmar con Gran Bretaña —que culminó en el mitin del teatro Novedades de Barcelona, que reunió a más de cuatro mil asistentes—; y en 1888 otra en defensa del derecho civil catalán, campaña que alcanzó su objetivo —«la primera victoria del catalanismo», la llamó un cronista—.
Este libro constituyó la primera formulación coherente y amplia del «regionalismo» catalán y tuvo un notable impacto —décadas después Almirall fue considerado como el fundador del catalanismo político—.
Según Almirall, «el Estado lo integraban dos comunidades básicas: la catalana (positivista, analítica, igualitaria y democrática) y la castellana (idealista, abstracta, generalizadora y dominadora), por lo que «la única posibilidad de democratizar y modernizar España era ceder la división política del centro anquilosado a la periferia más desarrollada para vertebrar "una confederación o estado compuesto", o una estructura dual similar a la del Austria-Hungría».
[23] «Las Bases son un proyecto autonomista, en absoluto independentista, de talante tradicional y corporativista.
Dicho partido estuvo presidido por Bartolomé Robert desde su fundación hasta su fallecimiento en 1902.
Por su parte, la mayoría del proletariado apoyaba el anarquismo, representado por la CNT.
Pasada la dictadura, Estat Català se unió a partidos y organizaciones de izquierdas para constituir Esquerra Republicana de Cataluña, que se convirtió en hegemónico en Cataluña durante la Segunda República.
A nivel de diputados CiU consigue el mayor número, seguido del PSC, ERC, PP e ICV.
[30] Después de la negativa del gobierno español a negociar sobre el «pacto fiscal», CiU decidió que no tenía sentido seguir con la legislatura, ya que esa era su propuesta política más importante.
CiU volvió a ser la fuerza política más votada, si bien bajó en número de escaños.
[31] El acuerdo estipuló que la fecha de la consulta debería ser pactada entre ambas formaciones, las cuales se comprometieron a llevarlo a cabo en 2014 «salvo que el contexto socioeconómico y político requieran una prórroga».
[38][39] CiU (50 diputados), ERC (21) y ICV-EUiA (13) apoyaron la declaración de soberanía.
La CUP dio un «sí crítico» con 1 voto a favor y 2 abstenciones.
Algunos de sus dirigentes y militantes ingresaron posteriormente en Esquerra Republicana de Catalunya, que les exigió la renuncia explícita a la violencia como condición sine qua non para dicho ingreso.
En 1996 ya no quedaba ningún miembro de Terra Lliure en prisión.