Juglar

También señalan los académicos la sinonimia entre «juglar» y «pícaro», además de la antigua relación con «trovador» o «poeta».Por su parte, el semiólogo francés Patrice Pavis acoge el sentido de equivalencia que se les da a «juglar» y «malabarista» en muchos países europeos: bateleur, en francés; juggler, en inglés, y gaukler, en alemán.«Joglar» y «juglar» derivan de la palabra latina iocularis que se puede traducir como gracioso, divertido o entretenido.Un joculator era, pues, un indeseable, un rebelde...[4]​ Ramón Menéndez Pidal concluye que el término joglaría significaba, en un principio, diversión o espectáculo que proporciona el juglar, evolucionando posteriormente su significado al de burla o chanza.Así mismo, era habitual que los juglares dominasen más de una disciplina artística y las combinasen en sus espectáculos.Así hubo tipos de juglares bien vistos y valorados por sus artes (es el caso de los juglares épicos o los líricos), en cambio otros fueron desdeñados y reprobados por los moralistas (por ejemplo: los goliardos o los cazurros).Según avanza la Baja Edad Media, el prestigio de la figura del juglar va disminuyendo hasta quedar relegado solo para ser llamados así a los truhanes y mendigos que se ganaban la vida más por medio de la picaresca que por sus habilidades artísticas.Por ejemplo, Marcelino Menéndez Pelayo la definió así: La juglaría desapareció progresivamente prolongando su decadencia hasta finales del XV o las primeras décadas del siglo XVI, exceptuando al ciego juglar, que pervivió hasta bien entrado el siglo XX recitando romances y otros cantares o coplas acompañados con zanfona o rabel.El juglar podía incluir en sus espectáculos desde música y literatura hasta acrobacias, juegos o simple charlatanería.[8]​ Medievalistas como Ramón Menéndez Pidal, defienden que los juglares son los primeros poetas en lengua romance y los trovadores aparecen posteriormente por imitación del juglar.En el siglo XII, los nobles comienzan a cultivar la poesía lírica en lengua vulgar, surgiendo así los trovadores como poetas refinados para las clases más cultas.La diferenciación entre juglar y trovador era difusa, pues trovar aludía al acto de la invención o creación artística, cosa que también hacían algunos juglares.Generalmente, el trovador solía ser más instruido y de mayor posición económica que el juglar; incluso podían tener juglares a su servicio que interpretaban su obra o servían de acompañamiento musical.Por ejemplo, los trovadores occitanos solían mencionar el nombre del juglar al que encomendaban interpretar una composición ante el destinatario de la misma.Se conocen casos de clérigos que pasaron a ser juglares (Peire Rogier) y viceversa (el juglar del siglo XIV Martín Vaasquez).Con el tiempo, se impuso la corriente que veía a los juglares y a las juglaresas como: pecaminosos, una distracción reprobable o una fuente de relajación moral, tanto para la iglesia como para el pueblo.Los clérigos no solo prosificaron, tanto en latín como en lengua romance, la poesía narrativa juglaresca.Muchas veces, su espectáculo (una auténtica actuación física y lúdica) fue gratuito, como reclamo o anuncio callejero para invitaciones de aristócratas o grandes señores, entre los que a menudo se encontraban los eclesiásticos más ricos y poderosos.En la península ibérica, los juglares de gesta llegan a su momento culminante en la segunda mitad del siglo XIII.Por ese tiempo en Francia, los cantares de gesta van quedando relegados a los juglares ciegos.Además, en el sur peninsular se cultiva la lírica mozárabe, como por ejemplo las jarchas o los cantares a lo arábico.[nota 9]​ En un escalafón inferior al juglar lírico se encuentra el juglar instrumentista, el cual se ganaba vida tocando uno o varios instrumentos, ya fuese en las cortes de los nobles, en fiestas populares, religiosas o celebraciones.[14]​ En las fiestas y eventos, los juglares no se mezclaban como en una orquesta, sino que cada tipo solía tener asignado un lugar, en función de la cantidad de nivel sonoro que se requiriese; si el nivel era bajo, los juglares de instrumentos más sonoros ocupaban las zonas más alejadas, si por el contrario, la celebración requería mucho estruendo tomaban protagonismo en cantidad y cercanía.No obstante, su dignidad escénica, como actor callejero con recursos, quedó ya escrita en el siglo XI, en el epitafio del juglar Vitalis:Tal y como se deduce en las Siete Partidas de Alfonso X,[nota 15]​ existía un teatro laico de temática profana del que apenas queda rastro, sobre cuyo origen hay diversas teorías.El juglar, a diferencia del actor convencional, ni se ciñe a un texto, (lo usa como guía, junto a su capacidad de improvisación para adaptarse al público), ni abandona su personalismo al interpretar (no se convierte en el personaje que interpreta, sino que este se expresa por medio del juglar).El arte juglaresco no está centrado en la parte interpretativa, sino en la comunicativa; el juglar se parecería más a un showman, un monologuista o al actor del teatro de calle actual que a un actor convencional de cine o teatro.Posteriormente, en el siglo XXI, aparecen eventos específicos sobre juglaría como, por ejemplo, el Encuentro de juglares de Sahagún[23]​ o el Encuentro internacional de juglares, trovadores y cuenteros en Melque,[24]​ que van dando visibilidad a juglares modernos,[25]​ tanto a los que adoptan alguna característica juglaresca (como en su día hizo la histórica compañía Els Joglars), como a los más convencionales, cuyo repertorio se basa en la oralidad, el folclore y la literatura.Modernos trovadores (así conocidos en varios países del Nuevo Mundo) y troveros, con el título de payadores en el Cono Sur, pueden ser considerados, en diferentes niveles de compromiso y personalidad: Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, Pablo Milanés, Jacinto Palacios o Jorge Cafrune, por citar tan solo a los más conocidos en el plano internacional.Esta tradicional tripleta es, por lo demás, extensión de la tradición organillera alemana, desaparecida ya en la primera mitad del siglo XX.
El juglar Crispín d'Olot pregonando el Carnaval de La Bañeza (2010).
Vihuela de arco y vihuela de péñola
Bernart de Ventadorn , trovador medieval occitano
Segunda estrofa del Libro de Alexandre , primer tercio del siglo XIII ,
Mester traigo fermoso, non es de joglaría
mester es sin pecado, ca es de clerezía
fablar curso rimado por la cuaderna vía
a sílabas cuntadas, ca es grant maestría.
Libro de Alexandre , vv. 5-8.
f. 3r.º del manuscrito del Libro de buen amor de la Biblioteca Nacional
Músicos de corte en las Cantigas de Alfonso X el Sabio.
Músicos de rabel y laúd
Un cómico de la legua de la bojiganga de Maese Angulo el Malo, según ilustración de 1837, aparecida en el Quijote de Viardot (capítulo XI del tomo II: El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha ).
Relieve en la jamba.
Cancioneiro da Ajuda folio 21r
Juglares en el mercadillo medieval de Alcalá de Henares .
Anónimo alemán en un manuscrito iluminado del siglo XIV . Archiv für Kunst und Geschichte ( Berlín ).