Originalmente se conocía como tropo a un recurso musical utilizado en antiguos entornos populares profanos.
En la época medieval, se denominó tropo a una forma musical que prolongaba y embellecía la liturgia añadiéndole texto, música o ambos; frecuentemente la música incorporada eran antiguos melismas de origen griego o romano.
Inicialmente el texto se insertaba para explicar la liturgia y posteriormente también para su embellecimiento.
La Iglesia católica aceptó fácilmente incorporar el tropo a su liturgia ya que embellecía la existente sin crear nuevos elementos.
Con el tiempo, los nuevos textos se incorporaron en todos los elementos de la misa, aunque son más frecuentes en el Introito y Kyrie, en especial en el Aleluya que ―junto con Benedicamus dómino― son los ejemplos más habituales de esta forma musical.
Prósula (diminutivo de prosa) eran los cantos formados por una única frase melódica repetida.
En los códices más antiguos, se le identificaba como neuma (melisma), melodía o secuencia.
Consiste en añadir texto y música simultáneamente a un canto litúrgico existente.