Desde el siglo III al V, dos pueblos germánicos habían cruzado la península ibérica, los suevos y los vándalos, así como un pueblo iranio los alanos, que existe todavía en Osetia, en las montañas del Cáucaso.Los suevos ocuparon entonces buena parte de la península, con capital en Emérita Augusta, la actual Mérida.Su sucesor, Requiario, aprovechará las perturbaciones del movimiento bagauda para avanzar hacia la zona de Zaragoza y Lérida.El reino suevo se mantuvo independiente hasta finales del siglo VI.Las oleadas de conquista se sucedieron con posterioridad, pero ahora para ocupar espacios donde domina todavía el Imperio romano.Vivió sus peores horas con la sublevación de su hijo Hermenegildo en el sur, convertido al catolicismo.Su hijo y sucesor Recaredo (586-601), hermano de Hermenegildo, logró esa unidad religiosa, pero tomando como base el catolicismo.Se considera que, tras esta conversión, la cultura visigótica en Hispania alcanza su cénit.[4][5] Por otro lado, sobre la batalla otros historiadores dudan y desconocen la localización exacta del lugar de la escaramuza, tampoco han logrado averiguar la fecha concreta, que abarca un período incluido entre los años 718 y 722.Las batallas aparecen referidas en la Crónica albeldense (Chronicon Albeldense o Codex Conciliorum Albeldensis seu Vigilanus) (año 833), lo que supone una de las escasas fuentes conservadas del periodo final de la monarquía hispanovisigoda, la invasión y asentamiento del poder Omeya en la península, y la génesis del Reino de Asturias, la historiadora franco-belga Adeline Rucquoi, dice: La Reconquista es una realidad y tiene su historia.Su número no ha sido precisado con exactitud por historiador alguno, pero los cálculos más fiables hablan de entre 150 000 y 200 000 visigodos instalados en la península, sobre una población que no llegaba a los nueve millones, según San Isidoro de Sevilla.[1] Recientemente se ha realizado un estudio arqueológico del poblamiento visigodo estimando una cifra para la población visigoda entre 130 000 y 150 000 personas, lo que representaría entre el 3 % y el 4 % de la población total hispana.En primer lugar, se produce una paulatina ruralización social, abandonándose las grandes ciudades en algunos puntos y creándose en torno a las villas romanas núcleos de población más reducidos.La clase alta estaba formada por los potentados, los grandes terratenientes nobles, tanto godos como hispanorromanos.Este proceso, no sin altibajos, llevó a una unificación de ambas confesiones.La iglesia ganó gran influencia social, legitima a los reyes a partir del 672 y el obispado de Toledo se convertiría en el más importante de todos los peninsulares.Especialmente estrictos fueron Sisebuto y Égica, que confiscaron sus propiedades acusándoles de conspirar contra la corona.Así, desaparece la importancia de las grandes ciudades, del comercio o la minería.La institución monárquica llevaba largo tiempo afianzada en el pueblo visigodo cuando este llegó a la Península.Pero con ese sistema sólo fueron entronizados tres reyes (Chintila, Wamba y Rodrigo).La asociación al trono era, en la práctica, la forma más común, junto con las usurpaciones, de tomar el poder.Junto al rey estaba el Aula Regia, consejo asesor que estaba formado por nobles.Los curiales municipales, encargados de recaudar los impuestos en las ciudades, continúan y acentúan su caída.Estaba dividido en dos grupos claramente diferenciados (distintas ubicaciones): El Tesoro Regio constituía una reserva muy importante para el reino visigodo y sus monarcas no dudaron en utilizarlo para pagar aliados en sus luchas internas.Estas tierras se arrendaban a siervos que las cultivaban y pagaban una renta.Parece que también existió un impuesto al clero, pero no tuvo continuidad en el tiempo.La archidiócesis de Braga comprendía cuatro diócesis que antaño pertenecían a Lusitania: Lamecum, Viseum, Conimbrica y Egitania.En otras palabras, hay reflejos lingüísticos del contacto social entre los hispanorromanos y los visigodos en la lengua española hoy en día.No obstante, hay rastros de su lengua en la morfología y lexicología del español.Gradualmente los hispanorromanos los adaptaban hasta formar un nombre nuevo, Fridenandus, y finalmente se convertían en «Fernando».
Iglesia visigoda de San Pedro de la Nave en El Campillo (Zamora).
Fíbulas aquiliformes de Alovera Museo Arqueológico Nacional (Madrid).
Placa y hebilla de cinturón. Bronce y hierro fundidos con decoración en pasta vítrea siguiendo la técnica del mosaico de celdillas o
cloisonné
. Siglos
V
-
VII
. Procedentes de la necrópolis visigoda de Castiltierra, Segovia. Museo de Málaga, España.
Legisladores de la época goda.
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