Integrismo o integralismo es la postura dentro del catolicismo político que busca mantener inalterada la «integridad» de los principios de la política católica y rechaza las ideas del liberalismo, la democracia cristiana o el conservadurismo ilustrado.
Si bien el ideario integrista fue dominante durante períodos de la Edad Media y la Antigüedad, su primera sistematización moderna se dio en 1885 con la encíclica Immortale Dei del Papa León XIII, en la que se expresaba en contra de la secularización y reafirmaba la importancia de un Estado que reconociera a la Iglesia como la autoridad suprema en su territorio[4].
Las bases históricas de la doctrina integrista pueden verse en documentos papales como la encíclica Famuli vestrae pietatis del papa San Gelasio I, en la doctrina política del Antiguo Testamento y en la política de los reyes medievales como San Luis IX[5].
El adjetivo integrista tiene su origen en España, concretamente en el sector del carlismo liderado por Cándido y Ramón Nocedal en la década de 1880 que al separarse de Don Carlos fundaría el que más tarde sería conocido como Partido Integrista.
El calificativo lo habían empleado en un principio sus detractores de forma peyorativa para quienes se definían a sí mismos como católicos y carlistas «intransigentes» e «íntegros» —seguidores a rajatabla del Syllabus del papa Pío IX—, en contraposición a los católicos que el diario El Siglo Futuro definía como «mestizos» (católicos que aceptaban el sistema liberal).
Ninguno de estos movimientos, sin embargo, logró establecer un Estado integral católico.
Paradójicamente, integrales y modernistas se encontrarían en un mismo frente común contra los jesuitas, aunque por distintas razones.
[15] En Italia se desarrollaría también el integralismo abanderado por monseñor Umberto Benigni, creador de la red secreta contra el modernismo Sodalitium Pianum.
Aboga por el corporativismo gremial horizontal, puede expresarse como un historicismo, un culturalismo o un ambientalismo, porque el integralismo reclama que las mejores instituciones políticas para una nación dada diferirán dependiendo de su historia, cultura y características de geografía física, como el clima, que definen su hábitat.
Varios filósofos norteamericanos como Edward Feser o Scott Hahn han expresado su apoyo por la postura[21][22].