En cambio, la Iglesia postula oficialmente ser una institución divina y su doctrina revelada por Dios como verdad absoluta e invariable.
[5] La Iglesia reaccionó proclamando formalmente la autoridad del magisterio y absolutizando el poder del papa, con la definición dogmática de la infalibilidad papal por el Concilio Vaticano I. Pío IX había publicado en 1864 su Syllabus, apéndice a la encíclica Quanta Cura, donde en 80 proposiciones condenaba numerosas innovaciones políticas y filosóficas de la era moderna.
Ya en el Syllabus, publicado por Pío IX en 1864, se enumeran y son condenadas 65 opiniones que pueden considerarse precedentes del modernismo.
La proposición condenada número 64 dice: «El progreso científico exige que los conceptos de la doctrina cristiana relativos a Dios, la creación, la revelación, la Persona del Verbo Encarnado y la Redención sean reajustados».
El centro de la disputa se situó en Francia e Inglaterra, así como en Italia, donde una parte del clero joven sentía esas inclinaciones.
Pío X se refería al modernismo no como una simple orientación herética del pensamiento cristiano, sino como una verdadera conspiración organizada contra la Iglesia.
[cita requerida] La reacción más radical contra el aggiornamento del Concilio la representa el denominado sedevacantismo, considerado por la Iglesia Católica una postura cismática.