Así lo expresaron los cardenales Alfredo Ottaviani y Antonio Bacci en su Breve examen crítico del Novus Ordo Missae de 1969, al decir que la nueva liturgia: La opinión final del Cardenal Ottaviani El cardenal Ottaviani, si bien había presentado al papa sus reservas con respecto al nuevo Ordo Missæ, celebraba la misa con el rito nuevo y así lo hizo hasta su muerte.
[5] En cuanto al análisis negativo del cardenal Ottaviani sobre la nueva Misa, tan frecuentemente citado, hay que tener en cuenta que su crítica fue realizada antes de la versión final corregida del nuevo rito de la Misa.
Al declarar vacante el Trono de Pedro, consideran por consiguiente inexistente la jurisdicción episcopal dada a los obispos por el Pontífice Romano.
[12] Muchos teólogos se preguntaron si fuera posible que el papa, como persona privada, cayera en herejía.
[13] El teólogo Arnaldo da Silveira, citando a B. Merkelbach, H. Hurter, S. Cartechini y W. Diekamp razona lo siguiente: dado que el papa es infalible cuando habla ex cathedra, entonces en principio sería posible el error e incluso la herejía en los demás actos de magisterio no-infalible.
[14] Es importante aclarar que otros autores de peso como el cardenal Juan Bautista Franzelin en 1870,[15] el cardenal Luis Billot en 1909,[16] J. M. A. Vacant[17] y Monseñor Joseph Clifford Fenton[18] afirmaron la asistencia del Espíritu Santo para preservar del error a todo el magisterio del papa (tanto al magisterio extraordinario o solemne, como al ordinario).
De la doctrina de estos autores se desprende que si un supuesto papa enseñara la herejía y el error en su magisterio, ese hecho demostraría sin lugar a dudas que ese supuesto papa no lo es en realidad.
[20] El catolicismo es muy prudente antes de expulsar a alguien de la Iglesia: no todo error constituye herejía formal, ya que un error puede surgir por olvido, ignorancia, o imprudencia - lo cual es simplemente una herejía material.
Además la herejía se define claramente como «negación pertinaz (...) de una verdad que ha de creerse con fe»[21] Para que un papa sea hereje formal primero debe ser pertinaz en su error, y ese error debe negar un dogma formal.
La cuestión no sería entonces deponer a un papa que se ha tornado herético, sino declarar que los últimos papas, por su condición de herejes antes de ser elegidos, no han podido acceder válidamente al pontificado y por eso mismo nunca han llegado a ser verdaderos papas, ya que la doctrina de la Iglesia católica impide que los herejes, apóstatas y cismáticos accedan válidamente a los oficios eclesiásticos.
Otros sacerdotes sedevacantistas son rechazados porque se juzga que guardan vinculación con veterocatólicos o con cismáticos de la Iglesia Apostólica Brasileña.
En general, se observa en el movimiento sedevacantista una remarcable desunión entre los grupos que lo componen, división motivada por cuestiones teológicas, canónicas y sacramentales.
Thuc ya había sido excomulgado en el pasado, cuando ordenó como obispos a varios integrantes del movimiento aparicionista del Palmar de Troya en 1976,[36][37] aunque posteriormente el prelado vietnamita se distanció de este grupo y reprobó sus actividades (para más información, ver Iglesia palmariana).
A raíz de esta ilegalidad, ambos quedaron excomulgados por el papa Juan Pablo II.