Se diferencia del sincretismo en que el diálogo interreligioso no busca una fusión o asimilación de doctrinas distintas sin coherencia sustancial, sino más bien la promoción del entendimiento entre las diferentes religiones para aumentar la aceptación de los demás.
Entre los cristianos protestantes, el diálogo se desarrolló principalmente a través del Consejo Mundial de Iglesias.
[6] Por su parte, los cristianos católicos tuvieron en la declaración del Concilio Vaticano II titulada Nostra aetate, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, uno de los hitos más destacados en la propiciación del diálogo interreligioso, que se extendió a través del Secretariado para los no Cristianos, instituido por Pablo VI en 1964, y continuado con el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso,[7] creado por Juan Pablo II en 1988 con la constitución apostólica Pastor Bonus.
[9] Por su parte, el papa Francisco, en su primera exhortación apostólica, Evangelii Gaudium, se refirió al Evangelio y a la importancia del diálogo interreligioso.
[10] Asimismo, en otras oportunidades ha recordado en varios encuentros interreligiosos, que las religiones ayudan al mundo a encontrar la paz, no la guerra, por lo que nunca han de ser manipuladas para favorecer conflictos y enfrentamientos,[11][12][13] como por ejemplo la firma del documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común[14] También el Movimiento de los focolares, se dedica a promover la fraternidad universal y el diálogo con otras culturas y religiones no cristianas.