[nota 2] También fueron los primeros astrónomos en tener acceso a un valor preciso y fiable del radio de la Tierra, que había sido medido por su colega Jean Picard en 1669 como 3.269.000 toises.
Isaac Newton usó esta medida para establecer su ley de gravitación universal.
Clairaut expuso allí su teorema, que establecía una relación entre la gravedad medida en diferentes latitudes y el achatamiento de la Tierra considerada como un esferoide compuesto por capas concéntricas de densidades variables.
[33][34][35][36][25][16][27][nota 4][nota 5] La tarea del levantamiento geodésico del arco de meridiano recayó en Pierre Méchain y Jean-Baptiste Joseph Delambre, y el trabajo duró más de seis años (1792-1798).
Las dificultades técnicas no fueron los únicos problemas a los que se enfrentaron los geodestas en el convulso período posterior a la revolución francesa: Méchain y Delambre, y más tarde Arago, fueron encarcelados varias veces durante sus trabajos, y Méchain murió en 1804 de fiebre amarilla, que contrajo mientras intentaba mejorar sus resultados originales en el norte de España.
[23] Su resultado fue 0,144 líneas más corto que el valor provisional, una diferencia de alrededor del 0,03%.
[5] Esta barra métrica estándar se conoció como el mètre des Archives.
[37] Tras la restauración del Imperio, en 1812, se revivieron los antiguos nombres para las unidades de longitud, pero las unidades se redefinieron en términos del metro: este sistema se conoció como mesures usuelles, y duró hasta 1840, cuando el sistema métrico decimal volvió a ser el único con rango de medida legal.
[5] Mientras tanto, los Países Bajos habían adoptado el sistema métrico a partir de 1816.
[5][16] Algunos pensaron que la base del sistema métrico podría ser atacada señalando algunos errores hallados en las medidas de los dos científicos franceses.
Méchain incluso había notado una inexactitud que no se atrevía a admitir.
En 1870, François Perrier se encargó de retomar la triangulación entre Dunkerque y Barcelona.
En 1836, fundó el Magnetischer Verein, la primera asociación científica internacional, en colaboración con Alexander von Humboldt y Wilhelm Eduard Weber.
[56] La unidad de longitud a la que se referirían todas las distancias medidas era el metro del Comité (en francés: Mètre des Archives), del cual Hassler tenía una copia que trajo a los Estados Unidos en 1805.
[30][57] En 1835, la invención del telégrafo por parte de Samuel Morse permitió nuevos avances en el campo de la geodesia, ya que hizo posible determinar las longitudes geográficas con mayor precisión.
La manera sistemática en que se tomaron todas las observaciones con miras a obtener resultados finales de extrema precisión fue admirable.
Para combinar las medidas fue necesario comparar los estándares geodésicos de longitud utilizados en los diferentes países.
En 1862, cuando Dinamarca, Sajonia-Gotha, los Países Bajos, Rusia (por Polonia), Suiza, Baden, Sajonia, Italia, Austria, Suecia, Noruega, Baviera, Mecklenburgo, Hanover y Bélgica decidieron participar, se adoptó la toesa empleada por Bessel como patrón geodésico internacional.
[63][51] Se realizó una copia del patrón geodésico métrico español para Egipto.
Durante este período, el organismo geodésico ganó importancia mundial con la incorporación de Estados Unidos, México, Chile, Argentina y Japón.
Hoy en día, el empleo práctico del metro es posible en todas partes gracias a los relojes atómicos integrados en los satélites GPS.
Otros tres miembros del comité, el astrónomo alemán, Wilhelm Foerster, el suizo Heinrich von Wild (metrólogo y físico en representación de Rusia), y el geodésico suizo de origen alemán Adolphe Hirsch también figuraron entre los principales artífices de la Convención del Metro.
Sin embargo, como organización internacional, el BIPM está bajo el control final de una conferencia diplomática, la Conferencia General de Pesas y Medidas (CGPM), en lugar del gobierno francés.
Realizó la primera gran hazaña dictada por el lema inscrito en el frontón del espléndido edificio desde el que se expandiría el sistema métrico: "A tous les temps, a tous les peuples" (Para todos los tiempos, para todos los pueblos); y este lema se tradujo en la aprobación y distribución, entre los gobiernos de los estados que apoyaban la Convención del Metro, de patrones prototipo de precisión hasta ahora desconocida destinados a propagar la unidad métrica por todo el mundo.
[4] Las primeras fundiciones resultaron insatisfactorias y el trabajo se le encomendó a la empresa londinense Johnson Matthey, que logró producir treinta barras con las especificaciones requeridas.
Las otras barras, debidamente calibradas contra el prototipo internacional, se distribuyeron a las naciones signatarias de la Convención del Metro para su uso como estándares nacionales.
[4][84] De esta manera, la nueva definición del metro era trazable tanto para el antiguo prototipo de metro como para la antigua definición del ångstrom.
La lámpara de descarga de Kriptón-86 que operaba en el punto triple del nitrógeno (63,14 K, −210,01 °C) era la fuente de luz más avanzada para la interferometría en 1960, pero pronto sería reemplazada por un nuevo invento: el láser, cuya primera versión funcional se construyó el mismo año que la redefinición del metro.
[nota 11] La asimetría también afectó la precisión con la que se podían medir las longitudes de onda.
[98] Sin embargo, la luz infrarroja de un láser estabilizado con metano no era conveniente para su uso en interferometría práctica.