Consejo de los 24 nobles electores Incas del Cusco

Cabe aclarar que, desde el siglo XVI, existía una rivalidad interna entre los Incas, más allá de la ya conocida fracción entre huascaristas y atahualpistas, había otra división entre los Incas del Cuzco y los Incas de Vilcabamba, cuyas diferencias no se acaban con la muerte de Tûpac Amaru I en 1572, sino que se mantuvieron durante los siglos siguientes.Mientras que para los herederos de Huáscar, Toparpa, Paullo Inca y otros Incas de la ciudad, su linaje era el que tenía el mayor estatus y rango dentro del sistema nobiliario indo-hispánico de la República de indios, no lo era así para los descendientes de Manco Inca, puesto que para ellos sus antepasados habían sido aquellos rebeldes con quienes la Corona había firmado tratados y capitulaciones, donde se les reconocía la "primogenitura imperial", y fueron estos mismos quienes en su momento desconocieron que Atahualpa, Huascar, Toparpa o Paullo tuvieran legitimidad como soberanos del "Imperio del Pirú" por haber usurpado el poder por la Guerra civil incaica, o haber sido puestos por los españoles.Esta elite indígena había alcanzado el poder en ciertas regiones por haber ayudado como jefes militares y colaboradores políticos a los primeros españoles en sus empresas de conquista, y habían logrado prolongar su mandato hasta la década de 1560, siendo “los mandoncillos caciques” denunciados muchas veces por los mismos indios ordinarios a causa de sus malos tratos.En 1570, se concedió a los indígenas el honor de elegir un Alférez real, sobre todo a los nobles incas presentes en el Cusco tras la visita general del Virrey Toledo; sin embargo, se presentó una situación de conflicto y desorden entre los nobles incas a la hora de hacer el sufragio.[8]​[9]​ Este Consejo era la máxima institución incaica del Virreinato del Perú, gozaba de gran prestigio entre los nobles indios y estaba reconocido por el gobierno español, quienes se referían a ellos como alteza.Entre la ciudad, tenían voz y voto, así como una influencia política similar a los regidores.Con dicha autoridad, privilegios y riquezas, llegarían a mantener sus palacios, así como manejar los negocios más importantes de la economía virreinal.Además, varios miembros de estas 24 familias llegarían a participar en las Cortes españolas, como Dionisio Inca Yupanqui.Inicialmente sus miembros eran cuidadosamente admitidos por los funcionarios de la dicha institución, en los siglos XVI y XVII.En la década de 1770, decidieron apoyar a Don Diego Felipe Betancur en su disputa judicial contra José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru II), admitiéndole en el Consejo.En el año de 1780, los miembros del Consejo le declararon la guerra a José Gabriel Túpac Amaru, declarándose leales y fieles vasallos de Su Majestad Don Carlos III, nuestro Rey y Señor Natural.Estas afirmaciones muy osadas fueron notadas por los Incas del Cuzco y provocaron gran malestar entre la nobleza incaica, especialmente entre los miembros del Consejo de los 24 Electores Incas ante lo que era visto como un advenedizo y usurpador.Y sería en este contexto donde algunos miembros del Consejo deciden mostrar su apoyo a Diego Felipe Betancur, quién era enemigo legal de Túpac Amaru, no porqué en si reconocieran a los Betancur como herederos legítimos del soberano Túpac Amaru I, sino que estaban impulsados por este odio y resentimiento hacia alguien (J. G. Tûpac Amaru, del que no tenían ni un vínculo ni habían oído hablar de él) que había desconocido su autoridad y legitimidad como institución.Aquello causa más miedo a los Incas del Cuzco por ser un intento de Genocidio.A la paranoia se sumó la desconfianza a la religiosidad popular en los dominios de los Curacas en el Ande, al que se sospechaba de que había algunos nobles incas no eran auténticos cristianos y habían caído en el Sincretismo religioso con la idolatría pagana.[7]​ Sin embargo, los nobles incas electores harían todo lo posible por demostrar su lealtad a España y devoción católica, pero la Rebelión de Túpac Amaru II le daría mayor popularidad a los funcionarios españoles que deseaban abolir la Nobleza incaica.El magistrado Mata Linares a través del corregidor Matias Baulen solicitó a los Incas Electores presentar sus títulos y documentos acreditados por el gobierno virreinal para permitirles seguir realizando sus operaciones institucionales.Un primer intento de Disolución se dio con el Protectorado de San Martín, en donde si bien en un inicio quería favorecer a los Monarquistas peruanos, se había dejado claro que los títulos que se mantuvieron como "títulos del Perú" no incluían a la nobleza Indígena, solo a los nobles españoles y criollos titulados que firmaron la declaración de Independencia.El profundo sueño de 7 siglos ha sido agradablemente turbado por la trompa que proclama tu nombre.Su vida pública se puede rastrear hasta 1839, donde recibieron al presidente Agustín Gamarra.