Su evolución fonética se vio influida por el navarroaragonés, transformándose en javier.
En sus basamentos hay huellas y zócalos musulmanes que podrían ser del siglo X.
En el siglo XIII se agregaron, por las cuatro orientaciones, dos cuerpos poligonales y dos torres flanqueantes.
Un noble aragonés los había dado como garantía por un préstamo de 9000 sueldos que le concedió el monarca navarro, pero al acabar el plazo y no poder hacer frente al pago, pasaron a la propiedad de Sancho.
La obra fue encargada al arquitecto Ángel Goicoechea Lizarraga y ejecutada por el contratista tudelano Blas Morte.