Durante la Primera Guerra Carlista se presentó voluntario a las tropas legitimistas sirviendo en el Tercer Batallón de Navarra, llamado ya entonces Requeté.
[2] La pareja tuvo al menos dos hijos, de los cuales nació Blas como el mayor.
En 1873 Blas se presentó voluntario a las tropas legitimistas durante la tercera guerra carlista y sirvió en la 4.
A finales del siglo XIX trató de diversificar sus actividades comerciales.
En la década de 1890 compró unas fincas en Tudela y luego las alquiló a empresas vitivinícolas francesas.
Durante los casi 20 años posteriores a sus gestas militares durante la guerra civil, Morte no se registró como particularmente activo dentro del carlismo, que en la década de 1880 sufría la crisis y la fragmentación de la posguerra.
[38] En sus compromisos con el partido navarro, Morte tendía a centrarse en la merindad de Tudela, por ejemplo, apoyando u organizando campañas electorales carlistas.
[41] Dado que líderes navarros como Cesáreo Sanz Escartín se decantaron por los escindidos, se perfiló como uno de los políticos autonómicos más prestigiosos que apostaron por don Jaime, aunque por el momento la dirección del partido navarro recayó en Ignacio Baleztena.
[43] Tiempo después ascendió a Jefe Regional de Navarra y Rioja, cargo que ocuparía hasta su muerte.
Algunas fuentes afirman que cuando el líder nacional del partido, Luis Hernando de Larramendi, renunció a mediados de 1921, Don Jaime estaba pensando muy seriamente en pedirle a Morte que lo reemplazara.
[46] En la década de 1890 Morte fue elegido por primera vez como concejal para el Ayuntamiento de Tudela; en numerosas elecciones sucesivas fue confirmando su candidatura, a veces como el candidato más votado.
Tras el primer mandato, por la total dominación carlista se llamaba la “Diputación Carlista”,[41] en 1915 consiguió confirmar su cargo en otra campaña electoral;[49] en total, el mandato de Morte duró 4 años hasta 1917.
[52] En 1917 Morte estuvo entre los coautores de la moción que produjo la dedicación formal y oficial de la Diputación Foral al Sagrado Corazón de Jesús;[53] Como el período estuvo marcado por un creciente laicismo y violencia antirreligiosa, el acto se destacó como manifestación del conservadurismo religioso imperante en Navarra.
Hoy en día, esta moción es vista por algunos estudiosos como un paso hacia la reivindicación de los derechos vascos tradicionales,[55] plasmados en normas provinciales separadas.