En 1905 se ordena sacerdote siendo destinado en 1915 a Javier, lugar que no abandonaría tras la disolución de los jesuitas acaecida durante la II República, período durante cual ejerció como párroco de la villa de Javier.
Desde La Avalancha, que le dedicó durante todo el año monográficos y artículos, al Boletín de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra o la revista Euskariana, al resto de medios donde colaboraron autores de reputación en la época como Arturo Campión, Julio Altadill o Eladio Esparza entre otros muchos.
[10] También, en base a estos precedentes, se le considera como uno de los promotores de las Javieradas que años después se celebrarían con regularidad anual.
[10] Su labor más meritoria fue la recogida de vestigios, estelas y miliarios romanos, que más tarde fueron donadas al Museo de Navarra.
Fue correspondiente del “Museum Arqueologicum” de Berlín.