La evangelización en América fue la conversión al cristianismo y educación en la fe cristiana que realizaron misioneros católicos, promovida y organizada por los reyes de España, mediante una concesión del papa expresada en varias bulas papales.
De esta manera, a partir de 1493, los papas Alejandro VI, Adriano VI, Julio II y Pablo III emitieron las bulas Inter Caetera, Eximiae devotionis, Romanus Pontifex, Dudum siquidem, Universalis Eclesiae, Sublimis Deus y Omnímoda, mediante las cuales les concedieron los territorios y les encargaron la evangelización de los habitantes indígenas que en ellos moraban, prohibiendo que fueran esclavizados, a la vez que determinaron ciertos derechos y obligaciones de la Corona.
Hacia el siglo XVIII los franciscanos tenían distribuidas por América unas treinta y dos misiones, en las que alojaban unas nueve mil personas.
Cuando un señor natural aceptaba la fe, todos sus súbditos y vasallos se convertían, en un intento por imitarlo.
Ya convertidos al catolicismo, el señor natural y sus indígenas obtendrían toda una serie de privilegios y prerrogativas por parte del gobierno virreinal, lo que les garantizaba muchas ventajas frente a los indígenas paganos, quienes no podían participar de la vida política virreinal.