El poder del rey de Francia, en los hechos, se había debilitado bastante durante la guerra de los cien años (1337-1453), pero luego, poco a poco, se fue fortaleciendo y reafirmando, hasta llegar a su punto máximo con Luis XIV (cf.
[16] Como su propio nombre indica, la monarquía absoluta de derecho divino conformaba una monarquía donde un rey se encontraba a la cabeza del Estado, detentando por sí solo todos los poderes, y dando legitimidad a su gobierno el propio «derecho divino».
Dicho de otro modo, el rey era el lugarteniente de Dios sobre la Tierra, y por tanto, no debía rendir cuentas a nadie salvo a Dios, lo que en principio significaba que caprichosamente no podía hacer cualquier cosa.
En efecto, los más penalizados y perjudicados en su momento con la instauración de la monarquía absoluta, sin duda fueron los nobles.
[19] Hasta ese momento no había habido elecciones ni sufragio universal, y tampoco se avizoraba que pudiera haberlos ni que el campesinado dejara de pagar impuestos, y en esos días por tanto los campesinos (el pueblo) no cambiaron en lo fundamental su situación con el fortalecimiento del poder real, pues antes estaban perjudicados y lo continuaban estando ahora.
La Fronda por tanto, que fue contenida por la gran habilidad de Jules Mazarin, dejó una traza indeleble en Luis XIV, obsesionándole con una idea: controlar a los nobles e impedir una nueva rebelión.
En consecuencia, Luis XIV mandó construir un castillo en Versalles, que por sus características y lujos fue envidiado e imitado en el mundo entero.
Pero para mejor acercarse al rey y hacer que él se fijara en alguien, convenía gastar sumas considerables en vestuario, collares, joyas, que naturalmente convenía cambiar varias veces al día.
Y de hecho se formaba así un círculo vicioso, pues los nobles debían gastar sumas muy considerables para esperar ganar finalmente el favor del rey a través de una pensión u otro privilegio, para lo cual convenía estar presente a su alrededor lo más posible, para hacerse notar, y formando una especie de séquito donde existía la competencia: así, muchos nobles estarían muy ocupados y alejados de sus tierras, lo que no les dejaría mucho tiempo para conspirar.
En consecuencia el rey Carlos I fue decapitado (1649), y Cromwell proclamó entonces la república, que en realidad derivó en una dictadura personal.
En fin, y tal vez más sustantivamente, la experiencia inglesa influenciará e inspirará tanto a los filósofos y pensadores del llamado siglo de las luces, como a los que participaron e influyeron en la Revolución estadounidense.
Hasta ese momento, Inglaterra había ejercido una tutela política bastante ligera sobre esas poblaciones, y entre las colonias y la metrópoli, existían relaciones económicas privilegiadas, a la par que Inglaterra les proporcionaba protección militar.
Pero al quedar debilitada financieramente por la Guerra de los Siete Años con Francia (1756-1763), Inglaterra impuso autoritariamente varios impuestos a las colonias, particularmente sobre los periódicos y el té.
Pero ello violaba la regla general según la cual ningún ciudadano británico debía pagar impuestos en esa zona, pues los colonos no estaban representados en el parlamento inglés.
Numerosos franceses se alinearon entonces con la causa americana, y Luis XVI acordó su apoyo naval, militar, y financiero, a los insurgentes, comenzando así una importante y costosa guerra, para poder poner trabas en las ruedas a su enemigo de siempre: Inglaterra, buscando así tal vez borrar la humillación sufrida en oportunidad del llamado Tratado de París.
En 1787, Estados Unidos aprobó una constitución aún hoy día en vigor, donde se declaraba una república federal con tres poderes separados e independientes.
En sentido estricto no se constituyó así una verdadera democracia, ya que solamente los propietarios blancos podían entonces votar.
El rey Luis XVI estaba solo e intentaba gobernar solo, pero era muy difícil, pues sus diversos consejeros no demostraban poder decisional sino que se comportaban como simples técnicos (no daban ideas sino que esperaban órdenes del rey).
María-Antonieta pasó así a ser emblema del egoísmo y la rapacidad de una nobleza parásita.
La simplicidad burguesa del rey, que contrastaba con ese ambiente, lo hacía aún más aborrecible.
[85] Además, cada orden era heterogéneo aún en su seno: el alto clero era rico, mientras que el bajo clero no se beneficiaba del diezmo sino que recibía la llamada portion congrue o "ración de subsistencia"; y solamente la alta nobleza recibía pensiones del rey, mientras que la pequeña nobleza se aferraba desesperadamente a los derechos señoriales para sobrevivir.
En esa época, los impuestos estaban muy desigualmente repartidos entre los distintos estamentos, lo que unido a las malas cosechas y al alza generalizada de ciertos precios, crearon una situación social muy delicada.
Debido a sus posturas, Turgot cosechó tantas hostilidades y críticas, que Louis XVI finalmente los relevó de sus funciones.
[106] En resumen, los parlamentarios esperaban, en los hechos, controlar ellos mismos la gestión financiera del reino, mientras que el Tercer Estado, naturalmente muy de acuerdo con la convocatoria a los Estados Generales, esperaba que las resoluciones tomadas en ese ámbito le fueran favorables.
Pero en el ínterin, la situación financiera se agravó peligrosamente, y pareció que solamente Necker sería capaz de gestionar esa crisis.
[110] En ese momento los franceses no estaban especialmente en contra de su rey, pero sin duda esperaban grandes cambios pues la delicada situación que atravesaban lo reclamaba.
Y las reivindicaciones igualitarias que en esos cuadernos se expresaban, sobrepasaban largamente el dominio fiscal, abarcando también la propia organización social basada en tres órdenes muy desiguales pero que se les atribuía igual poder de decisión a cada uno.
En ese momento, gran animación y expectativas se crearon tanto en Arras como en toda Francia, cuando la convocatoria a los Estados Generales ya fue un hecho.
Y Sieyès propuso que ellos deberían organizarse con: Las dos primeras condiciones fueron finalmente garantizadas por Necker, quedando la tercera para ser discutida en los propios Estados Generales.
Finalmente, el desacuerdo sobre esta cuestión, llevó al Tercer Estado a autoproclamarse Asamblea Nacional.