Las banalidades eran, en el sistema feudal francés, las instalaciones técnicas que el señor feudal tenía la obligación de mantener y de poner a disposición de todos los habitantes del señorío, y como contrapartida, esos habitantes solamente podían utilizar, mediante pago, esas instalaciones técnicas.
Así se constituía pues una serie de monopolios tecnológicos, que al campesino le resultaba muy caro pagar, y que cuando la cosecha era mala sencillamente lo arruinaba.
[1][2] Las principales banalidades fueron: Las instalaciones banales (hornos de pan, molinos, prensas), no deben ser confundidas con las instalaciones comunitarias, mucho más corrientes en esos días, y cuyo mantenimiento y gestión era responsabilidad de la respectiva comunidad.
En efecto, las instalaciones banales siempre eran mantenidas, gestionadas, y explotadas, por el respectivo señor feudal, quien daba los servicios e imponía unilateralmente los precios y las condiciones a los usuarios que vivían en el señorío, y que estaban obligados a contratar esos servicios.
Otro de los derechos señoriales era la llamada banalité de tor et ver,[5] que exclusivamente daba al señor feudal el derecho de poseer un toro y/o un cerdo macho.