Noche del 4 de agosto de 1789
Si bien esta revolución municipal adoptó formas distintas según las regiones, los efectos fueron siempre los mismos: el poder real y la centralización desaparecieron, los intendentes abandonaron sus puestos y ya no se recaudaban los impuestos.[4] Esta psicosis colectiva, que la historiografía llama Gran Miedo o Gran Pánico, se extendió por casi toda Francia a partir del 20 de julio de 1789, si bien casi no afectó a Bretaña, el oeste de Aquitania, Lorena ni Alsacia.[3] En París, la Asamblea permanecía impotente ante la duda de si reprimir la insurrección por la fuerza, y crear así una brecha insalvable con el campesinado, o hacer concesiones.[3] El 4 de agosto se interrumpieron los debates sobre la elaboración de la Constitución y su preámbulo, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y el abogado Guy Jean Baptiste Target presentó una moción en la que afirmaba que las leyes del Antiguo Régimen seguían vigentes mientras no quedaban derogadas por la Asamblea, y que por lo tanto era necesario seguir recaudando los impuestos.[4] Por la noche, los miembros del Club bretón se reunieron, dispuestos a hacer concesiones.