Su designación como Catedral nace por Bula del papa León XIII un 28 de julio de 1897[2] Los Reyes Católicos[3] desde 1502 recomendaban que al fundar una ciudad se estableciera al mismo tiempo una iglesia y un hospital, alrededor del Templo se desarrollaría entonces el futuro poblado.En 1600 se generan los ataques a la población de Gibraltar y su imagen (Cristo Negro) que luego de ser incendiada por los aborígenes es trasladada en resguardo hasta tanto sea reconstruida la sureña población, quedando entronizada allí desde entonces.En la referida Iglesia hay nueve altares, a saber: el Mayor, en el que siempre está colocado el Santísimo Sacramento y las imágenes de los Santos titulares; tres al lado del Evangelio dedicados a un Crucificado, la Santísima Trinidad y las Ánimas del Purgatorio; las del lado de la Epístola están dedicadas a la Virgen del Rosario, san Sebastián, Virgen del Carmen y Virgen de la Candelaria; y, el último de dichos altares, dedicado a San Antonio de Padua, se halla tras la pared que sirve de respaldo al Coro, el cual está formado en el pavimento de la nave del medio con algunas barandas que lo guarecen y forman el tránsito al altar mayor.Inconvenientes paralizaron los trabajos de reedificación del Templo acordados por Miyares y muchas obras quedaron inconclusas.Las restauraciones periódicas de las que ha sido objeto el edificio a lo largo de este siglo, el más activo en ese sentido, poco o nada han cambiado su estilo y disposición externa.Fueron consagradas por Marcos Sergio Godoy, III obispo de la diócesis del Zulia.Monseñor Arturo Celestino Álvarez, II obispo de la diócesis, expresó en una ocasión que su corazón pertenecía a los zulianos, correspondiendo así al afecto profundo que le demostraba todo el pueblo.Luego de su muerte, Monseñor Olegario Villalobos trasladó desde Calabozo a Maracaibo el corazón y es conservado en un nicho construido en el muro norte del Templo, a la altura del Presbiterio.Para 1970 el deterioro y abandono que presentaba la estructura era evidente, lucía mal e insegura.El Arzobispado encarga al ingeniero-arquitecto Aurelio Beroes su "reconstrucción" y modernización.Lo único que se le salvó a Beroes en su sorprendente remodelación fue la torre del Templo, con leves modificaciones en los vanos de las campanas.A partir de entonces con el correr de los años se darían pequeñas modificaciones en su interior, como la eliminación del retablo mayor que presidía san Sebastián en el presbiterio, colocado tras la reforma de los setenta y del cual se encuentra una copia a menor escala en el Museo Arquidiocesano.Del mismo modo, se vuelve a colocar en funcionamiento, por poco tiempo, el reloj de la torre.En 2012 se reinstala la cruz de la fachada, la cual presentaba riesgo inminente debido a su inclinación hacia la plaza y se incorpora iluminación escenográfica para todos los elementos externos: fachada, techumbre, cúpula y adicionalmente, al retablo de la Virgen del Carmen.Las imágenes de los Apóstoles titulares regresan al presbiterio, con la novedad de que son entronizadas en hornacinas neogóticas que se encontraban en la Capilla, a su vez el retablo mayor es policromado simulando mármol.El primer cuerpo posee pilastras en las esquinas y un entablamento, los dos componentes con igual tratamiento que los de la fachada descrita anteriormente; en él destaca una placa del reloj mecánico y la puerta de acceso al coro; como remate a este primer cuerpo, al nivel de la cornisa interior del frontón triangular del Templo, existe una cornisa similar muy proyectada que actúa como balcón con balaustrada de madera.El patio Norte es un jardín que también funciona como estacionamiento privado, se encuentra al lado izquierdo del Templo junto a la calle 95 Venezuela; en su momento fungió como cementerio de párvulos.La Catedral es de planta basilical, con un cuerpo central de tres naves y una capilla lateral dedicada a Nusestra Señora del Carmen y al Sagrario, con techumbre tradicional a dos aguas.De origen colonial, con predominio del estilo neoclásico y elementos barrocos.Entre otros elementos que se pueden apreciar en esta zona se encuentran: la credencia, de madera y mármol, ubicada paralelamente al Altar, la base del viejo púlpito y el sencillo ambón.La imagen descansa sobre un pedestal tallado en madera, en cuyo centro figura una alegoría del pasaje evangélico de los cuatro panes y los dos pescados; pedestal en el que anteriormente reposaba el Sagrario.El Sagrario es custodiado a su vez por dos ángeles velatorios, imágenes de yeso vaciado, del siglo XX.En el segundo cuerpo están las imágenes para vestir que componen la Sagrada conversación: Nusestra Señora de los Dolores, Santa María Magdalena y San Juan Evangelista, con brazos fijos sin articular y utilizan cabellera natural; las tres imágenes llevan grabadas en sus bases el nombre de "Simmons Paris", correspondiente a su autor.El piso es de caico parduzco, elevado a dos niveles en la zona del presbiterio.La cubierta, al igual que el resto del Templo, es de madera oscura y tejas, esta vez resuelta a cuatro aguas.En el centro se abre la hornacina, con puerta de madera y cristal, en cuyo extremo superior figura el escudo carmelita con cruz; es flanqueada por cuatro columnas de imitación salomónica, molduras coronadas por un venera.A ambos lados del retablo mayor se hallan dos retablos menores de estilo neogótico, compuestos de un pedestal con un tramo central de fondo, adornado con detalles dispuestos en un arco ojival, el cual posee, una crestería, sobre la que descansa un chapitel decorado con crochet y coronado con un remate del mismo estilo.Delante del retablo mayor se encuentra el Altar, tallado en madera hojillada en oro; presenta tres cartelas, separadas por pilastras decoradas con ramas, la central es de mayores dimensiones, correspondiente a la Última Cena, mientras que las laterales representan a la Eucaristía y al Cordero de Dios, ambos flanqueados por ramilletes de uvas y espigas.Posterior al Presbiterio y a lo largo del muro testero se encuentra la Sacristía, con pisos de mosaico, mármol blanco y granito rojo en la zona contigua al presbiterio.Presenta una pequeña galería del clero marabino, aquellos que influyeron en la Arquidiócesis o específicamente en la Catedral: papa Juan Pablo II, papa Benedicto XVI, Marcos Sergio Godoy, Antonio López Castillo, Ovidio Pérez Morales, Domingo Roa Pérez, Olegario Villalobos, Pbro.