[1] Se acepta como una advocación mariana, venerada en Guanare (capital del Estado Portuguesa), donde apareció hace 372 años y le dejó su Imagen a un cacique indígena de la tribu de los cospes llamado Coromoto.
Casualmente un español llamado Juan Sánchez pasó por ahí y el Cacique Coromoto le relató lo sucedido.
En efecto, cuando regresó losas marcharon con él a un ángulo formado entre los ríos Guanaguanare y Tucupido, donde les repartieron tierras e iniciaron la catequización, a fin de prepararlos para el bautizo.
Como la Señora se le acercó, Coromoto lanzó la flecha e intentó empujarla, pero ella desapareció, dejándole en la mano un pequeño pergamino con su imagen grabada.
El niño indio sobrino del cacique corrió a avisarle a Juan Sánchez, quien con dos de sus compañeros fueron al sitio de donde apareció la mujer y recogieron el pergamino que dejó.
Esta luminaria ardió día y noche sin consumirse, desde las 12 del domingo hasta el martes por la tarde.
José Luis Matheus de la Fundación María Camino a Jesús y el Padre Manuel Brito.
Los restauradores explicaron que: "El PH del agua donde se mantuvo sumergida la imagen por 18 minutos para ser desprendida del vidrio, dio 7, es decir un agua visiblemente amarillenta, verdosa, pero con un PH inexplicablemente neutro" Uno de los expertos, Pablo González, explicó que: "la Reliquia está adherida en el papel, se observan trazos perfectos y en relieve, pero lo asombroso es que el papel no absorbió la tinta".
En febrero del mismo año fue inaugurado por su Santidad San Juan Pablo II, en su visita a nuestro País.
Queremos colocar muy cerca de tu corazón nuestras necesidades, deseos, luchas y logros.
En este momento de nuestra historia, te pedimos que mires a estos tus hijos que caminan en valle de lágrimas y consuélalos mostrándonos siempre a tu Hijo.
Te consagramos nuestra Patria Venezuela, con todos sus hijos, con sus familias, con los que sufren y son olvidados.
Muéstrate como Madre, como la bella Señora del río Tucupido, a todos cuantos están alejados.
Este retablo, pedido por la Asociación de Venezolanos en la República Argentina (Asoven), peregrinó como muchos venezolanos por la Cordillera de los Andes, atravesó fronteras buscando un lugar seguro para vivir, llegando en autobús a Buenos Aires.