Carenas

Entre 1960 y 1985 las precipitaciones medias registradas, para esta zona, eran de 456 mm anuales, mientras que en la década de 1990 y en los últimos años del siglo XX hubo un descenso, registrándose en el año 1999 unas precipitaciones de 398,2 mm anuales, y en el 2001 se acentuó la sequía, registrándose 234 mm anuales.

En los últimos años del siglo XX se han producido plantaciones forestales de pinos, que aportan un nuevo paisaje en un terreno donde nunca existieron.

La variedad predominante suele ser la garnacha negra y en segundo término, otras variedades blancas.

Los calurosos días del verano, pero frescos por las noches, le dan a las vides un factor natural de calidad, al mantener una tersura y fragancia en el fruto que se transmite, posteriormente, al vino.

A lo largo de la historia se conocen especies de animales que tuvieron su hábitat en los montes de Carenas: águila, ánade, azor, búho, cernícalo, ciervo, codorniz, conejo, corzo, garduña, gato montés, gavilán, graja, halcón, jabalí, lince, lobo, oso, perdiz, tejón, zorra, y la nutria y marta en las riberas del río Piedra; aunque muchas de estas especies ya a finales del siglo XX había desaparecido, principalmente por su caza descontrolada, como en los casos del: oso (debió desaparecer en la época medieval), lobo (caza descontrolada), ciervo (desapareció en la época medieval, por la caza), lince (desapareció a principios del siglo XX), nutria y marta (desaparecieron al poco de construirse el embalse de la Tranquera, al no haber un caudal, mínimo, ecológico), junto con la anguila.

Durante la segunda Edad del Hierro, las herramientas metálicas alcanzan una alta producción.

Un año después, 1258, los de Carenis firman en Piedra la Carta Puebla o Primera Población; en este documento a los 30 nuevos repobladores de Carenas se les exigía vivir dentro del núcleo habitado para fomentar el crecimiento del pueblo.

En 1260, viendo los monjes que no aumentaba la población para poder cultivar todas las tierras, conceden la Segunda Población en los mismos términos que la primera; estos nuevos pobladores, de procedencia franca y catalana, habían sido, anteriormente, propiedad de Andrés Ibn Fabib, por donación de Alfonso II.

Durante el siglo XVI apareció en Carenas la Inquisición en la figura del Santo Oficio.

En agosto de 1834 se declaró en Carenas el cólera morbo asiático, causando estragos en la población.

Hacia mediados del siglo XIX, el lugar tenía contabilizada una población de 525 habitantes.

Junto con estas industrias existían otras, que no por segundonas eran menos importantes, como: los hornos de yeso para la construcción, las caleras para fabricar y cocer la cal, el tejar para la fabricación de tejas, ladrillos y adobes.

Los gremios tuvieron su ubicación dentro del pueblo: Carenas sufre, actualmente, el envejecimiento por despoblación.

Se repite el esquema demográfico de otros pueblos: abandono de las zonas rurales, proceso migratorio hacia los grandes municipios y el consecuente envejecimiento poblacional.

El proceso, aunque difícil, puede ser reversible en estos pueblos avejentados, si se admite la posibilidad de rejuvenecerlos con un aporte inmigratorio de familias jóvenes, procreadoras y con espíritu dinámico que inyecten sangre joven en la vida del pueblo y que transformen sus estructuras y hasta el propio hábitat.

El urbanismo, en sí mismo, no refleja este envejecimiento al ser considerado, el pueblo, lugar de veraneo por parte de la población que antaño emigró y que mantienen sus hogares actualizados, así como otros servicios urbanísticos aportados por la administración pública.

Desde la plaza principal y por la calle de igual nombre, Santa Ana, se llega directamente a la ermita.

Se reformó, posteriormente, con coro alto y el cuerpo de campanas.

En el año 1548 se le hizo una gran reforma con mampostería de ladrillo y posteriormente, en el siglo XVII, se realizó la última ampliación, de claro aspecto barroco.

Su planta es rectangular, con tres naves, siendo la central la más ancha, con coro y torre de subida al campanario, a los pies.

El retablo mayor, de estilo barroco, se le atribuye, sin documentar, al escultor Jerónimo Cósida (siglo XV).

La decoración del recinto se hizo con pinturas al temple, mezclando el esgrafiado.

La planta de tres naves, las dos laterales más pequeñas, a las que se accede por arcos o contrafuertes sobre los que descarga el peso de la nave central.

Destaca una pila de agua bendita del siglo XVI, en la que aparece el nombre del orfebre, un tanto incompleto; está ricamente decorada y conserva una estrella de ocho puntas.

En su centro se abre una hornacina a media altura donde aparece Jesús Crucificado y, justamente debajo, otra hornacina sepulcral del Cristo Yacente y en la parte inferior, la tumba de Antonio de Luna y sendas cartelas a modo de escudo del apellido Luna.

Es una buena talla, seguramente del siglo XVII, que presenta pintura y pigmentación original.

En 1454 Somet quedó arrasada por los soldados castellanos que guerreaban contra Aragón.

Para llegar a Carenas, aunque hay varias vías, todas parten de la A-2 (Autovía del Nordeste Madrid/Barcelona).

Como puntos turísticos de referencia, para localizar la Villa, son el embalse de la Tranquera, y el cerro Somet, una montaña con pasado árabe que se levanta a orillas del embalse; desde estos lugares se puede llegar al pueblo por la carretera, con unos 2 kilómetros de paseo hasta el núcleo urbano.