Dedicado a Santa María la Blanca, fue fundado en 1194 por trece monjes cistercienses llegados del monasterio de Poblet, en el antiguo castillo de Piedra Vieja y junto al río Piedra.
Se abandonó en 1835 debido a la desamortización de Mendizábal, comprado por un particular cinco años después y reconvertido en establecimiento turístico.
La construcción del cenobio se desarrolló a lo largo de tres etapas: Al recinto amurallado se accedía por la torre medieval del homenaje y la iglesia, destruida en los primeros decenios de 1800, comunicaba con el claustro abierto de grandes arcos apuntados y sus capiteles con labrados follajes imitados del bizantino, así como con las distintas dependencias.
También destaca la magnífica escalera principal que se despliega en dos anchos ramales sostenida toda por arcos y cobijada por una hermosa bóveda.
El monasterio de Piedra fue un real patronato desde su fundación hasta su tercera y última desamortización en 1836.
Los nuevos usos turísticos frenaron su degradación, consolidaron edificaciones y lo han preservado hasta la fecha de forma notable.
En la fachada sudoeste hay un pórtico tardorrománico con arco de medio punto y cinco arquivoltas abocinadas apoyadas en columnas con capiteles decorados con motivos vegetales.
Planta cuadra con jardín central y cuatro pandas en las que se distribuyen la salas.
Leyenda de la imagen Las celdas se ubicaban en el edificio (siglo xvii), convertido hoy en confortable hotel.
El parque natural del Monasterio de Piedra fue creado por Juan Federico Muntadas.
Ya desde principios del siglo XIV llegaban a la cascada numerosos viajeros en busca de un milagro, pues cuenta la leyenda que si el destino de la persona que lo pide es caprichoso, puede cumplir deseos.
Estas cascadas están formadas por la disolución de las calizas y la posterior precipitación de las mismas la cual ocurre al disminuir el caudal, con lo que la caliza disuelta va depositándose en capas sucesivas por las que discurre el agua formando innumerables saltos.
Se trata de un fenómeno kárstico originado por las ligeras fluctuaciones en el propio caudal del río.