Tradicionalmente los apicultores (también conocidos como colmeneros) pagaban el alquiler de las tierras donde se ubicaban sus colmenas con miel.
Sin embargo, actualmente son los agricultores los que proporcionan los lugares para la ubicación de los colmenares ya que estos son beneficiosos para el aumento de sus cosechas al favorecer la polinización, y los granjeros que necesitan muchas colmenas, en ocasiones, incluso pagan por ellas.
Los apiarios se suelen colocar, como es lógico, en lugares próximos a zonas con abundancia de flora apícola, bien sean terrenos cultivables o zonas silvestres, lo que determinará el tipo de miel que se obtendrá.
Si se colocan demasiadas colmenas juntas, estas pueden competir unas con otras por la obtención de los recursos existentes, lo que puede llegar a agotar las fuentes de néctar y polen disponibles, incrementar la transmisión de enfermedades y provocar la aparición del pillaje.
El tamaño del colmenar también depende del tipo o raza de las abejas, ya que algunas especies de abejas pueden volar más lejos que otras.