Se trata de un municipio hispanófono, en el que el español cuenta con el predominio lingüístico reconocido legalmente.
El término municipal está atravesado por la carretera N-330, que permite la comunicación con Teruel, Cuenca y Valencia.
El río Turia cruza el término de norte a sur, configurando en sus dos márgenes una amplia y fértil vega que suaviza considerablemente la orografía.
Junto a la villa de Ademuz vierte sus aguas al Turia el río Bohílgues.
También son abundantes los arbustos y las diversas plantas que alimentan el ganado —ovino mayoritariamente— y contribuyen del mismo modo al mantenimiento de una apicultura hoy algo decaída, pero de gran importancia en un pasado no tan lejano.
Por otro lado, está adquiriendo un prometedor desarrollo el cultivo de plantas aromáticas, muy estimadas en la comarca.
Como villa real, Ademuz contaba con representación en las Cortes de Valencia, donde enviaba puntualmente un síndico elegido por la municipalidad.
No obstante, Montesa nunca tuvo jurisdicción alguna en Ademuz, limitándose sus comendadores a recoger las rentas de la porción del diezmo que les correspondía y poco más.
Esta fragmentación afectó de manera especial al de Ademuz, del que paulatinamente se segregarían varias poblaciones, a medida que iban alcanzando cierta importancia poblacional y económica: Vallanca (siglo XVII), Puebla de San Miguel (siglo XVIII), Casas Altas y Casas Bajas (ambas en el siglo XIX).
Por otro lado, la manzana predomina como principal frutal de regadío en la fértil Vega del Turia.
almortas, el empedrado o el puchero, tendentes a hacer más llevaderos los rigurosos inviernos de estas tierras.
En ellos el protagonista suele ser la carne de cerdo o sus derivados, animal que antaño cebaban los vecinos y su sacrificio se convertía en el mayor evento invernal en las casas, cercano a lo festivo: el popular matagorrino.
Esenciales en la economía familiar en el pasado, los variados productos derivados del cerdo, especialmente el jamón y los diversos embutidos locales, siguen elaborándose en la actualidad con los mismos métodos que antiguamente.
Ello explica que la actual lengua sea la castellana, aunque las costumbres sean en buena parte aragonesas.
Se conservan microtopónimos coincidentes con el aragonés, como Val, Cambra, Casa de la Villa (antes que ayuntamiento), etc.[16]