Tras una guerra civil (840-843) que siguió a la muerte del emperador Ludovico Pío, el imperio se dividió en reinos autónomos, con un rey aún reconocido como emperador, pero con poca autoridad fuera de su propio reino.Se siguieron reconociendo la unidad del imperio y el derecho hereditario de los carolingios.Como el único varón legítimo que quedaba de la dinastía era un niño, la nobleza eligió reyes regionales ajenos a la dinastía o, en el caso del reino oriental, a un carolingio ilegítimo.El término «Imperio carolingio» es una convención de la Edad Moderna y no fue utilizado por sus contemporáneos.La familia consolidó su poder desde el segundo tercio del siglo vii consiguiendo que el oficio de mayordomo de palacio fuese hereditario, y convirtiéndose así en los verdaderos gobernantes de los francos, mientras que los reyes merovingios quedaban reducidos a un papel nominal, por lo que se les denomina «reyes holgazanes».Así, aunque Pipino fue rey electo, aseguró su legitimidad divina a través del papa.A partir del año 772, Carlomagno emprendió una larga guerra en la que conquistó y derrotó a los sajones para incorporar sus territorios al Imperio franco (las últimas incursiones de Carlomagno sobre los territorios sajones está datada en 804 por los Annales regni Francorum).Para poder cristianizar con más efectividad a los sajones, Carlomagno fundó varias diócesis, entre las que se cuentan las de Bremen, Münster, Paderborn y Osnabrück.La coronación sirvió para dar una legitimidad permanente a la primacía carolingia entre los francos.Fue Luis el Piadoso (o Ludovico Pío), quien sustituyó a su padre al frente del imperio unificado.Al hijo mayor de Luis, Lotario I, emperador desde el año 817, le correspondió los francos centrales con las capitales imperiales Aquisgrán y Roma.A su vez, sus hijos se dividieron este imperio en Lotaringia, Burgundia e Italia (septentrional).El Imperio de los carolingios quedó dividido, e Italia, y las dos Borgoñas tuvieron reyes propios.Todo ello en un contexto económico y social en el cual los condados se volvían cada vez más autónomos: en principio, como resultaba muy costoso mantener a un guerrero a caballo con todo su equipamiento, solo los grandes propietarios podían permitírselo y los restantes hombres libres no tenían otra alternativa que encomendarse a un señor como vasallos.Así, entre el Emperador y los hombres libres cada vez cobró más fuerza la casta intermediaria de los nobles ante quienes sus vasallos debían responder.Pero su hijo Carlos, quien tenía un gran talento militar y a quien Carlomagno había confiado algunas de sus misiones más difíciles, no le sobrevivió.Ya en vida de Carlomagno se había producido un hecho que permite deducir que algo malo estaba pasando con la fidelidad sobre la base de la cual estaba erigido el esqueleto del Imperio.Ideas y creencias que tenían sus raíces en un pasado proveniente tanto de la tradición germánica como romana.Aunque pervivieron pequeños y rudimentarios mercados locales, se destacó el empobrecimiento general de la época.Cada dominio, en lugar de continuar su relación con el exterior, constituyó un pequeño mundo aparte.Esta Escuela se convirtió en modelo para la fundación de otras en toda Europa.Los carolingios, que buscaban legitimidad para reforzar su recién adquirida posición real, persiguieron este objetivo a través de la sanción religiosa.Los gobernantes carolingios también intentaron asegurarse una buena relación con el Papa para consolidar sus posiciones.[16] Alrededor del año 753 se forjó una nueva alianza franco-papal cuando el papa Esteban II cruzó los Alpes y suplicó la ayuda de Pipino contra la invasión lombarda.Carlomagno, el nuevo rey de los francos, cruzó los Alpes como había hecho su padre Pipino.Esta vez, tanto Carlomagno como el papa Adriano I buscaban una solución permanente a los problemas con los lombardos.A pesar del desacuerdo sobre qué sería de los lombardos, la corte franca y el papado siguieron cooperando en beneficio mutuo.Como emperadores, los francos podían presentarse como defensores de Roma y, por tanto, del propio papado.Esto dio lugar a un cambio oficial de la lealtad de los papas del emperador bizantino a la del emperador recién coronado en Occidente, lo que sirvió para dividir aún más las iglesias occidentales y orientales.Sin embargo, este nuevo enfoque occidental ayudó en última instancia al papado a asegurarse una mayor autoridad como potencia dominante en Occidente y, en el siglo IX, papas como Nicolás I siguieron inmiscuyéndose en la política franca.
El reino de Carlomagno sobrevivió a su fundador y se extendió por gran parte de la Europa occidental, sin embargo, sus sucesores se mostraron incapaces de mantenerlo. El mapa muestra los territorios del emperador
Carlos III el Gordo
en el año 887.