Richard Strauss

Strauss, junto con Gustav Mahler, representa el extraordinario florecimiento tardío del romanticismo germánico después de Richard Wagner, en el cual un desarrollo elaborado y complejo de la orquestación se une a un estilo armónico avanzado.A los 17 años, estrenó su Sinfonía en re menor (1881), una obra de la que renegaría más tarde por considerarla inmadura.El matrimonio Strauss tuvo un hijo, Franz, en 1897, quien se casó con Alice von Grab.En 1903, Strauss fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Heidelberg, ampliando cada vez más su reconocimiento a nivel mundial.Aunque Strauss continuará componiendo poemas sinfónicos, una vez entrado el siglo XX su principal dedicación fue la ópera.No obstante, Strauss se distanció de la nueva vanguardia musical rechazando el atonalismo.Strauss había empezado a trabajar con el escritor judío Stefan Zweig en el libreto de su ópera La mujer silenciosa, razón por la cual empezó a ser objeto de presiones por parte del partido nazi y por Goebbels en particular.Por otra parte, en 1938, cuando Alemania se estaba preparando para la guerra, compuso la ópera en un acto Friedenstag (El Día de la Paz), que contiene una crítica velada hacia el III Reich, a pesar de que Hitler asistió al estreno y Strauss continuaba apareciendo en actos oficiales junto a miembros del partido.[1]​ En 1942 la familia se trasladó a Viena, buscando la protección de un dirigente nazi local.Esta obra fue concebida y escrita durante los días más oscuros de la Segunda Guerra Mundial.[1]​ Los terribles acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial afectaron a Strauss, viejo y cansado.Sus últimas obras recuperan una intensidad emocional ausente en muchas obras anteriores,[3]​ incluyendo, entre otras, el Concierto para trompa número 2, Metamorfosis, el Concierto para oboe y sus magistrales e inquietantes Cuatro últimas canciones, compuestas poco antes de su muerte.El pianista canadiense Glenn Gould describió en 1962 a Strauss como «la figura musical más grande que ha vivido en este siglo» (Kennedy, 2006, p. 34).Su inmensa e importantísima aportación a los géneros de la ópera, la música sinfónica y la canción continúa hoy más vigente que nunca.Posteriormente lamentó profundamente la hostilidad conservadora hacia las obras más renovadoras de Wagner (Boyden, 1999).Sus últimas obras, caracterizadas por una intensa emoción lírica, desmienten la idea de una decadencia o agotamiento en su fuerza creativa.Según se ha escrito, Don Juan (1889), terminado a los 24 años, es la primera obra maestra de Strauss.Su contenido se basa libremente en la versión del mito de Don Juan que hizo el poeta austriaco Nikolaus Lenau.Aunque según su título está compuesto en forma de rondó, los distintos episodios de la vida del héroe picaresco popular Till Eulenspiegel aparecen minuciosamente retratados, para terminar con la ejecución del protagonista y con un último destello humorístico.Strauss no oculta su gran simpatía por el héroe picaresco, en una obra crítica y burlona.En esta obra, compuesta para una amplísima orquesta, se acerca a sus óperas más vanguardistas por su audacia armónica.Fue también la primera ópera que resultó de la colaboración del compositor con el libretista y gran autor teatral Hugo von Hofmannsthal.Eso sí, en sus siguientes trabajos, Strauss moderó su lenguaje armónico, con el resultado de obras con excelente aceptación por parte del público, como la «mozartiana» Der Rosenkavalier (1910).Strauss continuó regularmente la composición de óperas hasta 1930; produciendo así: Ariadne auf Naxos (1912), Die Frau ohne Schatten (1918, que adapta un texto más largo y excelente de Hofmannsthal), Intermezzo (1923), Die ägyptische Helena (1927) y Arabella (1932), todas, menos la penúltima, con la colaboración de Hofmannsthal (la última se estrenó cuando éste ya había fallecido).Sus preferencias por el repertorio austro-germánico entre 1920 y 1940 son características del nacionalismo germánico posterior a la Primera Guerra Mundial.[7]​ Strauss destaca por su novedosa y sutil forma de orquestar combinada con un estilo armónico avanzado.Cuando el director Mark Elder interpretó a Strauss por primera vez en una producción universitaria de Ariadne auf Naxos dijo: «Estaba anonadado, no tenía ni idea de que la música pudiera hacer lo que él hizo con armonía y melodía».Tras haber escuchado Also sprach Zarathustra en 1902, Béla Bartók dijo que la obra «contenía las semillas para una nueva vida».Su particular «manera» a la hora de describir personajes (como en Don Juan o Till Eulenspiefel) impregnó el lenguaje musical-cinematográfico.Como escribió el historiador de cine Roy Prendergast, «cuando se enfrentaron a los problemas dramáticos que las películas les exigían, Steiner, Korngold y Newman pusieron su atención en Wagner, Puccini, Verdi y Strauss para encontrar el camino hacia la escritura dramática de bandas sonoras».
La tumba en 2024.
Retrato de Richard Strauss pintado por Max Liebermann , 1918.
Richard Strauss, por Emil Orlik , 1916.
Richard Strauss en 1918.
Richard Strauss en sus años de madurez.