[1] Ese será el caso en 1633, cuando una patente real le otorgaba la propiedad de esas tierras traseras.
Luis XIII jamás llegó a disfrutar del Palais-Cardinal, pues murió en mayo de 1643.
Este último edificio conservó su nombre, pero nunca más volvió a servir de residencia real.
En 1715 o 1719 el arquitecto Jean-Sylvain Cartaud construyó dos pequeños gabinetes anexos al Grand Appartement con iluminación cenital para exponer las pinturas flamencas del duque y, el mismo año, anexos al salón de Oppenordt se crearon pequeños aposentos para las cenas íntimas del regente.
Sí que cabe destacar, no obstante, el tabicamiento de la Galerie des Hommes Illustres del ala noroeste en 1727[Sa.
5] y, más importante, en nuevo jardín que en 1730 diseñó Claude Desgots, discípulo de Le Nôtre[Esp. 5].
Las obras se llevaron a cabo entre 1752 y 1760, pero como la duquesa murió en 1759, fue el duque quien acabó aprovechando los nuevos aposentos de su esposa.[Esp.
Los 72 propietarios de las casas que tenían vistas sobre el jardín protestaron, sin ningún efecto.
La tercera planta y los áticos destinados a los sirvientes estaban medio ocultos por una balaustrada que soportaba jarrones.
Anunciando los centros comerciales actuales, gran parte del edificio, unas 40 boutiques, estaban enterradas (4,30 m) para no obstruir la vista desde las galerías.
Es una creación subterránea formada a golpe de varita mágica» escribió Louis Sébastien Mercier en 1789.
13] En el aspecto financiero, la empresa costó mucho más de lo esperado, el duque había invertido grandes sumas de dinero, se había endeudado más y, no obstante, los primeros beneficios no llegaron hasta 1787.
Los más famosos fueron: Asimismo, en una de las pequeñas tiendas Charlotte Corday habría comprado el cuchillo que utilizaría para asesinar a Jean-Paul Marat.
Tras ella, Joseph Lakanal propuso derribar todo el complejo y erigir en su lugar una columna dedicada a la república.
[10] Las distracciones cohabitaban con los comercios más variados: La historia moderna de la Comédie-Française comenzó en el Palais-Royal en el nuevo teatro construido por Victor Louis que acogió desde 1791 a Talma y sus amigos que habían roto con la compañía por razones políticas, y desde 1799 ya con toda la compañía reunificada.
En el 154, en le Club Polonais también llamado le Club des Deux-billards era precisa una presentación y había una mesa llamada «la table d’or» porque las apuestas solo se podían hacer en monedas de oro o en billetes de banco.
[15] En La Comédie humaine, Raphaël de Valentin pone su vida al 33 y Rastignac cree encontrar fortuna en el n. ° 9.
[16] «Es especialmente por la noche —escribe Berthier de Sauvigny[17]— cuando se encienden las luces, que el Palais-Royal toma su animación característica; es entonces cuando desde sus alojamientos en los pisos más altos descienden los batallones de chicas que vienen a mezclarse con los paseantes y cazar al cliente.» También estaban los habituales a los cafés-caveaux muy a la moda bajo el Primer Imperio y los primeros años de la Restauración.
En los siguientes días, Luis XVIII dio órdenes para que se adecuaran de inmediato los apartamentos del duque en el Palais-Royal.
Durante todo el verano se habían hecho ingentes esfuerzos para expulsar a la Bolsa, los comerciantes, los locatarios e incluso de los comediantes de la vecina Comédie-Française que habían ocupado varias partes del edificio.
Los Orléans no volvieron a Francia hasta 1817, para evitar así ser blanco de la violencia ultrarealista.[Esp.
Extremadamente difícil resultó, no obstante, recuperar aquellas propiedades que habían sido vendidas del Palais-Royal, los inmuebles y tiendas construidos en 1780 se dieron por perdidos, al igual que los edificios del servicio edificados en 1752 y situados en la actual Place de Valois.
Las intervenciones consintieron en:[Esp. 21][20] La gran campaña constructiva del Palais-Royal realizada por el duque Luis Felipe III de Orléans anunciaba ya los grandes proyectos restauradores de las Tullerías, Versalles o Fontainebleau que tendrían lugar en las décadas siguientes.
La duquesa y mademoiselle Adelaïde se sentaban en una mesa redonda a hacer sus labores, mientras los visitantes entraban y charlaban tranquilamente, ya fuera con las mujeres o con el duque, que permanecía de pie o se sentaba en un sofá.
Todos los primeros miércoles de cada mes había gran recepción en el palacio, donde se invitaba a políticos y escritores liberales, que encontraban en el Palais-Royal una atmósfera más amable que las serias y escasas recepciones de las Tullerías.
Durante dieciséis años (1832-1848) el Palais-Royal, cuya restauración acababa de terminarse, permaneció vacío.
El palacio fue saqueado, las pinturas quemadas o laceradas, los muebles y objetos de arte arrojados por las ventanas.
Dos Salones se celebraron allí en 1850 y 1852 siendo construida, para la ocasión, una sala temporal en el centro del patio principal.
En lo esencial, los apartamentos decorados por Fontaine para los Orléans se mantuvieron, excepto aquellos con vistas al patio que fueron rediseñados por el arquitecto del Palacio Pierre Prosper Chabrol en una larga serie de salones conocidos como la «Galerie des Fêtes».
En un diseño puramente decorativo, se redujo a sus pórticos laterales mediante la demolición de las tiendas y el techo de cristal que lo cubría todo, manteniendo los dos peristilos que la enmarcaban, sin duda aportando al palacio una transparencia y luminosidad perdidas.