Felipe era conocido en la corte francesa como Monsieur, razón por la cual desde entonces Liselotte asumió el nombre de Madame.
[1] Las tendencias homosexuales de Monsieur eran por todos conocidas; nunca escondió a sus amantes masculinos ni sus preferencias, e incluso Isabel Carlota reconocía sin pudor en sus cartas que Felipe se encomendaba a los santos y usaba "rosarios y medallas benditas en las partes apropiadas para poder realizar el necesario acto con ella".
Este triste hecho resquebrajó la relación entre ambos y ya no volvería a ser la misma.
[6] Solamente en una ocasión el rey se encaró con ella y no permitió sus críticas, debido a las cartas en las que lo censuraba por mantener amantes.
Sin embargo, debido a su influencia con el soberano, continuó residiendo en la corte, conservando sus departamentos en todas las residencias reales, así como su rango y las dignidades que este implicaba.
De su marido heredó 40.000 libras al año, Luis XIV añadió 250.000 y su hijo otras 200.000.
El heredero al trono y bisnieto del rey tenía solo cinco años.
Refugiada en una pequeña habitación de su palacio, la joven viuda sufrió un parto sumamente laborioso.
[8] Mientras la parturienta estaba entre la vida y la muerte, la Iglesia se negó a darle la extremaunción.
Por fin, la princesa alumbró a una niña, pero no logró restablecer su salud y falleció en julio.
La autopsia reveló que la duquesa de Berry ya llevaba un nuevo feto, concebido al mes siguiente del parto.
Era agreste, siempre encerrada escribiendo salvo en los breves momentos de corte en sus aposentos; el resto del tiempo sola con sus damas; dura, ruda, proclive a la aversión y temible por las ocurrencias -sobre cualquiera- que tenía a veces; ninguna facilidad, ninguna muestra de ingenio, aunque ingenio no le faltara; ninguna flexibilidad; un celo extremo, como hemos dicho, sobre todo lo que se le debía; la apariencia y la villanía de un suizo; capaz con todo ello de un amistad tierna e inviolable».