La palabra hacía referencia en Homero sólo al dios y el genitivo Αἱδού [Haidú], que era una elisión para designar ubicación: ‘la casa/dominio de Hades’.
[3] Jerónimo, dando una versión racionalizante como una excepción, dice que Aidoneo era, en cambio, rey de los molosos.
[4] Sobre el s. V los griegos también se referían a Hades como Pluto o Plutón[5] (en griego antiguo Πλούτων, genitivo Πλούτωνος, ‘el rico’), nombre que los romanos latinizaron como Pluto, Plutonis (que en español se escribe de igual manera, Plutón).
[6] Los antiguos romanos asociaron también a Hades con sus propias deidades ctónicas, como Dis Pater, Dite, Orco y el dios etrusco equivalente era Aita.
La filosofía griega posterior introdujo la idea de que los mortales eran juzgados tras su muerte y se los recompensaba o maldecía.
Muy pocos mortales podrían abandonar este reino una vez que habían entrado, con la excepción de los héroes Heracles, Teseo y Orfeo.
[11]Allí, en el trivio consagrado a Hécate, donde los tres caminos se encontraban, las almas eran juzgadas; volvían a los campos de asfódelos si no eran virtuosas ni malvadas y eran enviadas al camino del tenebroso Tártaro si eran impías o malas, o al Elíseo (Islas de los Bienaventurados) con los héroes «intachables».
Hades obtuvo su consorte definitiva y reina, Perséfone, raptándola, teniendo el concepto del rapto varias interpretaciones simbólicas, en una historia que conectaba los antiguos misterios eleusinos con el panteón olímpico en un mito fundacional del reino de los muertos.
Era igualmente terrible para quien intentaba engañar a la muerte o cruzarla, como descubrieron desgraciadamente Sísifo y Pirítoo.
Aparte de Heracles, las únicas personas vivas que se aventuraron en el Inframundo fueron todas héroes: Odiseo, Eneas (acompañado por la Sibila), Orfeo, Teseo y, en un romance posterior, Psique.
Temido y odiado, Hades personificaba la inexorable finalidad de la muerte: «¿Por qué odiamos a Hades más que a cualquier dios, si no es por ser tan adamantino e inflexible?», se preguntaba retóricamente Agamenón.
Cuando los griegos apaciguaban a Hades, golpeaban sus manos contra el suelo para asegurarse de que pudiera oírles.
Su carro oscuro, tirado por cuatro caballos negros como el carbón, siempre resultaba impresionante y pavoroso.
[24] En el arte clásico, Hades es representado rara vez, salvo en cuanto al rapto de Perséfone.
Hades abrió un agujero en el suelo para llevarse a Perséfone sin que Deméter se diese cuenta.
Porque si aún no lo has hecho podrás vivir con nosotros, pero si algo comiste, tendrás que volver allí, pasarás los inviernos en la tierra profunda y al llegar el calor y la tierra esté verde con nosotros vendrás a reunirte de nuevo.
Zeus propuso un compromiso, al que accedieron todas las partes: Perséfone pasaría la mitad del año con su marido.
[29] Cíane se opuso a Hades, dios del inframundo, durante el rapto de Perséfone.
[32] Al menos en una fuente tardía las Erinias son descritas explícitamente como hijas de Hades pero no se especifica quién era la madre.
[35] En la Suda se imagina a Hades como padre de Macaria, sin especificar quién era la madre.
Teseo eligió a Helena, la secuestró y decidió retenerla hasta que tuviese edad de casarse.
Hades conocía su plan de raptar a su esposa, así que fingió ofrecerles hospitalidad y preparó un banquete.
Teseo fue finalmente rescatado por Heracles, pero Pirítoo quedó preso como castigo por osar pretender a la esposa de un dios.
[45] Hades solo mostró clemencia una vez: cuando Orfeo, un gran intérprete musical, viajó al Inframundo para recuperar a su esposa, Eurídice, que había sido mordida por una serpiente y murió en el acto.
Orfeo accedió y partió con Eurídice de vuelta al mundo de los vivos, pero pronto le asaltaron las dudas, temiendo que Hades lo hubiese engañado dándole el alma equivocada, o que su esposa no pudiera seguirlo o lo hubiese abandonado.