En la mitología griega, el Erídano (en griego antiguo: Ἠριδανός Ēridanós) era un río que discurría por una parte lejana e indeterminada del noroeste de Europa;[1] «demasiado lejos hacia río del oeste».
Así en las Argonáuticas: «por la noche a su vez oían el llanto agudo de las Helíades en sonoros lamentos.
Desde allí pasaron al profundo curso del Ródano, que afluye en el Erídano».
[6] Nono, autor también tardío, sigue con la misma idea: «Hades no se persuade, si él quisiera, yo podría serle grato robando los árboles del río Erídano para dárselos luego en toda su radiante belleza».
[18] Los poetas que aluden a este catasterismo dudan entre Erídano, Nilo u Océano como los homenajeados entre las estrellas.