Se trataba de consolidar la autoridad real sin excitar pasiones que pudieran dar paso a nuevos motines.
La guardia valona regresó a Madrid, y el Consejo de Castilla proclamó una sentencia en la que declaraba nulas las principales demandas otorgadas a los autores del motín de Esquilache.
Aranda quiso culminar su obra pacificadora y propuso el regreso del rey que, inseguro en Madrid, se había trasladado al Palacio Real de Aranjuez.
Durante los años que estuvo al frente del Consejo de Castilla, instauró una política reformista basada en los principios de la Ilustración con la que consiguió el aprecio popular y el elogio del mismo Voltaire.
A su vez Voltaire decía que "con media docena de hombres como Aranda, España quedaría regenerada".
Este era partidario de una intervención armada, solución que no resultó favorecida por la coyuntura internacional.
España perdió Port Egmont, lo que significó una derrota para el partido aragonés, encabezado por Aranda.
Su cargo en París duró diez años, durante los cuales conoció a los enciclopedistas y las ideas ilustradas.
Aranda atacó esta alianza con el desprestigiado organismo inquisidor y, apoyado por su partido aragonés, logró que el rey destituyera a Floridablanca, cuyo puesto pasó a ocupar en febrero de 1792.
Al mismo tiempo, España se vio invadida por una ola de refugiados, la mayoría aristócratas y clérigos.
Pocos meses después, el rey Luis XVI fue guillotinado y estalló la guerra de la Convención.
La dureza del ataque de Aranda fue aprovechada por el favorito Godoy para presionar al rey con la destitución de Aranda, la cual se produjo ese mismo día, en el que fue además desterrado a Jaén.
Aún con las ideas reformistas de los ministros, España se veía a sí misma como la “madre” de América y, por ende, con la tutela férrea sobre sus territorios, misma actitud que las reformas borbónicas acrecentaron.
Esto llevó al choque de ideas con la aristocracia y sociedad criolla de los territorios ultramarinos: ellos pidiendo una representación justa en los asuntos del imperio, y los peninsulares guardando celosamente lo que creían eran sus fueros como “potencia europea” con posesiones imperiales.
España quería evitar la pérdida de territorio, como ellos habían ayudado a Estados Unidos.
No se concebía en las mentes europeas la idea de la mancomunidad, por decirlo en términos más actuales.
Que en comparación con su socia familiar francesa sujeta a los pactos familiares, sale peor parada por su mayor exposición colonial a que sigan el ejemplo estadounidense y se provoquen conatos de independencia como posteriormente sucedió.
Tal personaje tuvo relación directa con el propio Conde de Aranda como embajador en Francia y su conocida animaversión contra Inglaterra.
VE, como gobernador, dará a ambos las luces y auxilios que necesiten y me dará particular satisfacción, en frecuentarme cuantas reflexiones le ocurriesen sobre el particular de que se trata».
El conde de Aranda insistió en añadir nuevos espacios «al cuerpo de población, para que unida con el existente facilite, con sus construcciones, hermosura a ella y comodidad a sus habitantes».
Con muchos años de retraso y acortando su recorrido se finalizó el Canal del Henares.
Él polarizaba un sector amplio de la sociedad, confrontándose con los ideales del ilustrado aragonés.
Si bien en la expulsión intentó que ellos corriesen el menor riesgo posible y les adecentó lugares en donde poder desempeñar funciones; además, procuró que no hubiera altercados por parte de la plebe en contra de los jesuitas y suplió hábilmente su ausencia en la escuela, pues los maestros ocuparon sus puestos.
Aunque no tuvieron a bien hacerse, despertaron en las naciones adversas, con informes de embajadores y espías, una animadversión grande y un interés creciente para deshacerse de este personaje influyente.
Actualmente descansan en el Panteón de Nobles del citado monasterio altoaragonés.
El acto de la apertura al público del palacio, que hasta entonces nunca lo había estado, fue armonizado por el propio Conde, que mediante la caracterización de un actor local y su séquito, mostró, explicó y guio por los entramados del palacio e indicó su vida en este.
En verdad, se ha de contar que la actuación, caracterización, documentación e integración fue estupenda.