[1] Los Cecilios Metelos se convirtieron en miembros del Senado a principios del siglo III a. C., cuando Lucio Cecilio Metelo Denter, el primer cónsul de esta familia, ejerció este cargo en 284 a. C. En alianza con los patricios Servilios Cepiones, los Metelos encabezaron la «corporación aristocrática» en el Senado desde el año 140 a. C.;[2] durante las décadas de 120 y 110 a. C., fueron la familia que desempeñó más altos cargos de las magistraturas romanas.
Muchos estudiosos han escrito sobre la factio Metellana, una agrupación política muy unida que dominó la vida de la República durante estas décadas, en la que estaban incluidos, además de los Cecilios y los Servilios, Marco Emilio Escauro, Quinto Mucio Escévola el Augur, Publio Rutilio Rufo, Quinto Lutacio Cátulo, Lucio Licinio Craso y otros nobles prominentes.
[13] Cayo Mario, quien se había convertido en enemigo de Metelo,[14] pudo obtener una victoria decisiva sobre Jugurta.
Entre 104 y 100 a. C. ejerció cinco mandatos consecutivos como cónsul, en los que Metelo Numídico fue su más firme e implacable oponente en el Senado.
Por un lado, Marco Tulio Cicerón escribe que este último en el año 89 a. C. era pretor y ejercía sus funciones en Roma;[43] por otro lado, el epitomador de Livio, afirma que en ese mismo año era legado y comandaba un ejército en las tierras de los marsos.
[46] Además, derrotó a los marsos, comandados por Quinto Popedio Silón, en varias batallas, contiendas en las que este último resultó muerto.
[56] Metelo Pío siguió todo este tiempo actuando contra los itálicos rebeldes en Samnio con la autoridad de procónsul.
[63][64] Durante estas negociaciones, Metelo Pío reconoció a Cinna como cónsul y por ello fue acusado de traición por Cneo Octavio.
Durante los años siguientes, al parecer, el acuerdo con Cinna siguió funcionando, por lo que nadie fastidió a Metelo.
[67] Sin embargo, a principios del año 84 a. C., Cinna fue asesinado en un motín provocado por sus soldados e inmediatamente después el gobernador mariano de África, Cayo Fabio Adriano, comenzó operaciones militares contra Metelo, quien contaba en ese entonces con «un ejército considerable», al que se unió temporalmente otro noble exiliado, Marco Licinio Craso, quien había estado escondido en Hispania hasta entonces.
[69] En la primavera de 83 a. C., Sila, quien para entonces había hecho las paces con Mitrídates, cruzó los Balcanes hasta Apulia para iniciar una batalla decisiva contra los marianos.
[80] Como resultado, en el otoño de 82 a. C. Metelo tenía bajo su control toda la Galia Cisalpina desde Ravena hasta los Alpes.
[81][64] Sila consiguió ganar la guerra civil y, en consecuencia, se hizo con el poder absoluto de Roma.
[82] En el año 81 a. C., Sila lo nombró pontífice máximo, cargo que había quedado vacante durante la guerra civil al morir Quinto Mucio Escevola.
[82] Dicho esto, según Plutarco, Lucio Cornelio atribuyó sus buenas relaciones con Metelo durante el año consular a una «obra de la fortuna.
[30] Plutarco llama a Metelo Pío «uno de los más grandes y famosos romanos» en relación con esta época;[87] A. Schur W. lo cataloga como «el segundo hombre del Estado».
[95] Según algunos estudiosos, sólo en las dos Hispanias había al menos cuarenta mil legionarios silanos; las fuerzas auxiliares podían alcanzar cifras aún mayores.
[106] En el transcurso de estos acontecimientos, Metelo no pudo infligir una derrota decisiva a Sertorio, pero aun así le obligó a abandonar la mayor parte de Bética, según A. Korolenkov, sin encontrar «mucha resistencia»,[107] algo que debió considerarse como un gran éxito.
La siguiente mención a Quinto Cecilio es del año 75, cuando Sertorio, quien había actuado él mismo contra las tribus de los berones y los autrigones en la parte superior del Ebro, ordenó a Lucio Hirtuleyo que retuviera a Metelo en el sur sin entablar una batalla importante, mientras que Perpenna y Cayo Herennio debían defenderse de Pompeyo, pero este último salió victorioso en Valentia y Quinto Cecilio en Itálica.
Supuestamente,[118] fue entonces cuando Sertorio propuso una reconciliación, en la que expresó «deponer las armas y a vivir como particular si alcanzaba la restitución»,[97] pero su oferta no fue aceptada.
[122] Quinto Cecilio fue herido en esta batalla, pero aun así sus soldados obligaron al enemigo a retirarse.
Finalmente, Quinto Cecilio se retiró a la Galia Narbonense para pasar el invierno, mientras Pompeyo hibernaba en las tierras de los vacceos.
[123] En ese momento, ambos bandos estaban al borde del desabastecimiento; los generales silanos exigieron refuerzos y dinero al Senado, alegando que, de lo contrario, el escenario de la guerra se trasladaría a Italia,[124] y en consecuencia, en los años siguientes recibieron los refuerzos necesarios, que aseguraron su eventual victoria.
Quinto Cecilio se concentró inmediatamente después en los asuntos de su provincia y ya no participó en la guerra contra las principales fuerzas rebeldes, debido a que la derrota de Perpenna no prometía la misma gloria que la victoria sobre Sertorio, y sólo Pompeyo podía hacer frente a esta tarea.
[134][135] En efecto, este último obtuvo una victoria completa en la primera batalla y ejecutó a Perpenna, lo que significó el fin de la rebelión.
[136] Metelo Pío, por su parte, presumiblemente dirigió su ejército contra las últimas comunidades del suroeste de Hispania que no estaban sometidas a la administración romana en ese momento.
[153] Metelo Pío falleció en el año 63 a. C. y, en consecuencia, su sucesor como pontífice máximo fue Cayo Julio César.
[43] Para otro destacado escritor de la misma época, Cayo Salustio Crispo, Metelo Pío fue un personaje claramente negativo, debido a que este escritor sentía simpatía por Sertorio, lo que le convirtió en el fundador de la tradición prosertoriana en la historiografía antigua.
[157][158] Plutarco se basa en Salustio para mencionar a Quinto Cecilio en sus biografías de Sertorio y Pompeyo.
Según esta hipótesis, Metelo Pío desaprobó la toma del poder absoluto por parte de Sila, pero la aceptó porque los marianos no fueron completamente derrotados.