Marco Antonio el Orador

Antonio fue el orador más destacado, junto con Lucio Licinio Craso, de su época.

Participó en varios juicios de alto nivel, en los que defendió a figuras prominentes.

Tito Livio cuenta que durante estos acontecimientos se encontraba ejerciendo el cargo de pretor,[18]​ aunque Cicerón lo cataloga como proconsul;[16]​ Elimar Klebs sugiere que Antonio estaba llevando a cabo su misión como pretor con poderes proconsulares.

[16]​[21]​ Un documento corintio muestra que una flota romana al mando de un procónsul cuyo nombre ha sido borrado —presumiblemente reconstruido como Marco Antonio— cruzó el istmo y se dirigió hacia Side, en Panfilia, mientras el propretor Hirro equipaba a otra escuadra en Atenas.

En cualquier caso, no fue una acción a gran escala; el único detalle que se conserva en las fuentes es la muerte del prefecto Marco Gratidio, cuñado de Cayo Mario y tío abuelo de Cicerón.

Según Badian, incluso durante su consulado Antonio persiguió a los amigos supervivientes de Saturnino sólo por su amistad con Mario.

[37]​ En el año 97 a. C. Marco Antonio se convirtió en censor junto a Lucio Valerio Flaco, colega consular de Mario en 100 a. C. Dado que Mario fue admitido entonces en el colegio de augures, la historiografía sugiere que fue él quien reclamó la censura junto con Flaco; en esta situación la postulación de Antonio podría haber sido un compromiso, que convenía tanto a Mario como a sus oponentes políticos, la factio Metellana.

Ernst Badian sugirió que, durante la censura, Flaco y Antonio incluyeron a muchos itálicos en la nómina de ciudadanos romanos, en respuesta a lo cual la lex Licinia Mucia del año 95 inició una estricta investigación; los itálicos que no pudieron demostrar su ciudadanía fueron expulsados de Roma.

[43]​ Unos años más tarde, Antonio defendió a Marco Mario Gratidiano, sobrino de Cayo Mario e hijo del prefecto Marco Gratidio, en su pleito contra Cayo Sergio Orata, con Lucio Licinio Craso como abogado.

Se desconocen las fechas exactas, pero una iniciativa de este tipo sólo pudo tener sentido durante un breve periodo del año 88, cuando Publio Sulpicio, antiguo adversario del Orador, aprobó una ley por la que se transfería el mando de la guerra mitridática a Mario, lo que causó que Sila moviera a su ejército hacia Roma.

[52]​ Sin embargo, este auxilio no sirvió de nada, debido a que Cinna y Mario, quien habían regresado del exilio, siguieron ocupando la ciudad y luego realizaron una matanza contra sus enemigos, entre los que se encontraba Marco Antonio.

Respecto a este hecho, A. Korolenkov admite que es «sorprendente», prestando atención al hecho de que Mario, a juzgar por las fuentes, mostró un interés extremo en las muertes de sólo dos personas: Antonio y Cátulo.

[58]​ Cuando los marianos comenzaron la masacre, Antonio se refugió con un amigo suyo, y los hechos posteriores fueron contados con más detalle por Plutarco: Apiano repite la historia en términos generales;[60]​ Valerio Máximo nombra a Publio Annio como el asesino del orador.

[64]​ Según las palabras puestas en boca de Marco Antonio por Cicerón, el Orador se introdujo en la cultura griega «sólo tarde y superficialmente».

Además, se sabe que pasó mucho tiempo en Atenas y Rodas en su camino hacia Oriente, donde rotó en los círculos intelectuales locales, pero él mismo subrayó que se quedó en los dos centros de aprendizaje helénico únicamente por las tormentas.

[67]​ Para ello, utilizó medios no verbales, principalmente gestos, como si «sus movimientos corporales expresaran pensamientos más que palabras».

[46]​ Gracias a estas cualidades, Antonio era el orador más solicitado de su época en la corte.

La expedición de Marco Antonio a Cilicia.
Busto de Cayo Mario (Museo Chiaramonti).
Busto de Cicerón.