Pretendía unir a todos los griegos en un solo Estado nación con su capital establecida en Constantinopla.Diversas rebeliones, como la Revolución de Orloff a menudo conllevaban un aumento en las reducciones como castigo.Las ideas ilustradas tocaron a los Phanariotes, quienes por sus funciones administrativas y gubernamentales (entre las que destacaban los papeles de intérpretes para la Gran Puerta) estaban muy en contacto con Occidente.Su interés por los monumentos antiguos le mostró tanto a los griegos eruditos, como a las poblaciones locales, que existía otra Grecia como referencia además de la Grecia de la Iglesia ortodoxa sometida al poder otomano.En 1796, mientras estaba en Viena Rigas Feraios, el poeta precursor de la insurrección contra los Otomanos, había publicado una carta de Grecia (Χάρτας της Ελλάδας), prevista en un comienzo para ilustrar Los viajes del joven Anacharsis en Grecia del francés Jean-Jacques Barthélemy.Si este mapa inmenso (4 m²) se centraba sobre la Grecia antigua (la historia antigua es la única historia representada en el mapa), incluía a Constantinopla y Valaquia; pero también las actuales Bosnia, Serbia y Albania.[6] Los grandes centros culturales, religiosos y económicos estaban todos fuera del reino, que no contaba ninguna gran ciudad: las tres primeras capitales (Egina, Nauplia y la misma Atenas) no sobrepasaban los 5000 habitantes.Al mismo tiempo, se procuró purificar Grecia y sus «autóctonos» de toda influencia extraña.El Reino Unido, Austria-Hungría y Serbia no podían tampoco aceptar este tratado, pues favorecía a Rusia en la región balcánica.[11] Al otro lado de su frontera norte se encontraba ahora Macedonia, el nuevo objetivo.En 1885, sacando provecho de una nueva crisis, el primer ministro, Theodoros Deligiannis, envió una flota a Creta.Se decretó la movilización general y, en abril, la guerra comenzó contra el Imperio otomano en Tesalia.Macedonia era una de estas regiones: estaba poblada por griegos, búlgaros, serbios, albaneses, turcos y valacos.El gobierno de Atenas les aportó una ayuda más o menos directa: financiación vía sus agentes consulares, concretado por sus consejeros militares.Realizó una política de modernización del país gracias a una muy amplia mayoría parlamentaria,.Unidos contra los otomanos, los vencedores rompieron debido a la controversia por Macedonia durante la segunda guerra balcánica.El Tratado de Bucarest (1913) le dio Salónica y toda la Macedonia del sur a Grecia.En otro lugar había una alta presencia de turcos musulmanes, valacos que hablaban rumano o eslavo.No había que evocar otros problemas políticos (desarrollo lento, corrupción, sujeción a las Potencias Protectoras, etc.) bajo pena de ser considerado un antipatriota.La Gran Idea debía pesar ante todo[15] y sirvió para desviar la atención de los problemas internos.Venizelos, el primer ministro, pensaba en quedar como aliado de Serbia, al igual que durante las Guerras Balcánicas, para posteriormente desmembrar definitivamente a Bulgaria, aliada de los Imperios centrales, por lo que deseaba acercarse a la Entente.Utilizaba allí una cláusula del tratado de alianza con Serbia de 1913, que preveía que Grecia ayudaría a Serbia si era atacada por Bulgaria, excepto si ésta estuviese aliada a dos otras potencias (en este caso Alemania y Austria-Hungría).Los 150.000 supervivientes del ejército serbio, evacuados primero hacia Corfú, ocupada entonces por la Entente, se reunieron en Salónica en abril de 1916 (no sin que el rey Constantino y su nuevo primer ministro Stephanos Skouloudis les hubieran prohibido tomar el Canal de Corinto).La participación griega en la victoria le permitió obtener prácticamente todo aquello con lo que la Gran Idea soñaba.El ataque lanzado por Mustafa Kemal el 26 de agosto de 1922 obligó al ejército griego a replegarse delante del ejército turco, que masacró a todos los griegos presentes en la región.[26] La Gran Idea había salido muy cara, y su fracaso parcial la borró del primer plano de la vida política griega por un tiempo.La ocupación, la resistencia y luego la guerra civil postergaron la Gran Idea a un segundo plano.Hasta los años 1950, sobre todo gracias a la presión de OTAN, Grecia y Turquía habían mantenido relaciones cordiales.La Gran Idea se volvió a utilizar entonces para desviar la atención de los problemas internos.En una Europa estabilizada, la Gran Idea parece haber desaparecido completamente, aunque los desacuerdos greco-turcos a propósito de zonas fronterizas recuerdan reivindicaciones irredentistas griegas y todavía ciertas.
Mapa de las tierras otorgadas a Grecia en el Tratado de Sèvres. Retrato del Primer Ministro, Eleftherios Venizelos arriba a la izquierda. La cita a la derecha lee "Grecia está destinada a vivir y vivirá", por Harilaos Trikoupis. (1920)