La anulación, que se describe como "una de las más sórdidas demandas del mundo", no fue fácil.
Del mismo modo, Luis no podía argumentar que, para el momento del enlace, no tenía la edad legal de consentimiento (catorce) para casarse: nadie estaba seguro de cuando había nacido, algunos afirman que tenía doce años para el momento de la boda, y otros estiman que tenía entre once y trece.
Como no había ninguna prueba real, sin embargo, se vio obligado a presentar otros argumentos.
Juana, como era de esperar, luchó ferozmente contra esta acusación incierta, y presentó testigos que afirmaron haber escuchado a Luis contar: "he montado a mi mujer tres o cuatro veces durante la noche."
Él también afirmó que su rendimiento sexual había sido inhibido por la brujería, Juana respondió preguntando cómo era capaz de saber eso, sin haber intentado hacer el amor con ella.
Desafortunadamente para ella, el papa Alejandro VI, por motivos políticos, se pronunció en su contra y le concedió al Rey la anulación; sobre la base de que Luis no se casó libremente, sino que fue obligado a casarse por la insistencia de Luis XI el padre de Juana.
Indignada, Juana se hizo a un lado de mala gana, diciendo que ella iba a rezar por su exmarido, y Luis XII se casó con la exreina igualmente reticente, Ana de Bretaña.
Cuando Carlos VIII murió en 1498, Ana contaba con 21 años y no tenía hijos sobrevivientes.
Legalmente, estaba obligada a casarse con el ahora nuevo rey, sin embargo Luis XII ya estaba casado, con Juana, hija de Luis XI y hermana de Carlos VIII.
Aprovechó la oportunidad para visitar muchos lugares del ducado, que nunca había podido conocer de niña.
El matrimonio era tirante al principio pero luego se cimentó a través de un amor afectuoso.
En 1511, Luis XII se enfrentó a los ejércitos de la Liga Santa (alianza militar) creada por el papa Julio II para contrarrestar el poder francés en la península italiana.
[5] A pesar de sus dos matrimonios anteriores, el rey no tenía hijos vivos y con esta boda tenía la intención de concebir un heredero para su trono, y también, tal vez, establecer para sus descendientes una futura pretensión al trono inglés.
[6] María regresó a Inglaterra; no obstante, fue conocida generalmente por sus contemporáneos ingleses como la Reina de Francia.